Ojo de Gato: Diálogo
guillermo
manzano
Dialogar nos permite reconocernos en las
divergencias y afinidades. Es confiar en quien escucha y viceversa. Es la base
de nuestra convivencia. Sin diálogo no hay conocimiento. No hay sociedad,
desarrollo y civilización. Por eso es importante escuchar y ser escuchados.
Xalapa
vive su primer gobierno de izquierda. (Lo de hace 20 años fue una simulación
entre grupos de poder. Quién diga lo contrario, miente). Este siglo de vaivenes
nos da la oportunidad de empezar a sentar bases democráticas, práctica
desconocida por la mayoría de la clase política.
La
alianza ciudadana con Morena sólo cristalizó el viejo sueño de la izquierda
democrática y comprometida: los partidos son instrumentos de la sociedad. El
gobierno municipal xalapeño es prueba de lo dicho. Lo demás son
generalizaciones y onanismo. Punto.
Las
personas son las síntesis de sus actos. De ahí la confianza, de ahí el
compromiso. Provenimos de la calle, de la protesta, del cuestionamiento al
poder rancio que aún prevalece en buena parte del país. De las camarillas
familiares enquistadas en la función pública. Hemos dado la cara cuando otros
se escondían. Esa es la esencia ciudadana que cogobierna en Xalapa.
Varios
de quienes hoy tenemos una responsabilidad pública sólo aspiramos a poder
seguir caminando por la ciudad. No somos políticos. No nos interesa ‘hacer
carrera’. Nuestro compromiso es no defraudar la confianza ciudadana. En eso
estamos.
En
este contexto debemos transitar de la idea a la acción. Superar prejuicios y
sumar voluntades. Xalapa es una tarea compartida. No es de un gobierno ni de
los gobiernos, es nuestra. Lo que Usted haga tiene una repercusión en nuestro
entorno. Lo que nosotros hagamos, también.
Por
eso la importancia de dialogar. El respeto es la premisa. El argumento el
andamio. Con base en lo anterior podemos trabajar juntos. Las diferencias
–insisto- nos enriquecen. La diatriba, nos empobrece.
La
calle, el aula, la investigación, el cubículo, el activismo, la defensa de
nuestros derechos elementales, el reclamo por los feminicidios, por nuestros
compañeros periodistas, por ellas y ellos, pero sobre todo, por nosotros, es lo
que nos mueve a saltar de un ámbito a otro.
Sabemos
que se puede gobernar bien. Sabemos que la corrupción mata. Pero también
tenemos principios y objetivos. La tolerancia no es sinónimo de estupidez. Que
nadie se confunda ni se diga engañado.
No
convenimos, proponemos sobre bases claras y firmes. Abiertos, sin ocultarnos. Sabemos
lo que somos, por eso nos sentamos en la mesa de cualquiera sin olvidar la
nuestra. No hay ingenuidad en el actuar. Por eso podemos equivocarnos, sabemos
que los perfectos existen en el confort del hogar. Esos, esas, que expelen
sudoraciones ajenas por ausencia de vida propia.
En
fin, retomo el ejercicio de la escritura compartida. Una bitácora pública, una
trinchera propia. Corro mis riesgos con la misma ligereza de mi vida. Sin
ataduras ni compromisos. Creo en la amistad, en algunos libros y en las
sonrisas de mis hijos. Por eso voy, por eso estoy…
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