Brígido Lara…¡Leyenda en barro!






Por Lorenzo Franco Aranda

Platicar en Xalapa con el maestro escultor Brígido Lara Lara, especializado en reproducir en barro diversas figuras de arte prehispánico de las culturas huasteca, totonaca, olmeca y maya, autentificadas por el INAH, es sumergirse en un mundo de anécdotas relativas a su actividad artística y de recuerdos de más de cinco décadas dedicado a ella.

Originario de Tlalixcoyan, el maestro Lara ha trabajado con el mismo barro usado por los totonacas asentados en esa región antes de la llegada de los conquistadores españoles, para hacer ahora copias de las conocidas caritas sonrientes desenterradas en la década de 1950 por los arqueólogos veracruzanos Alfonso Medellín Zenil y José Luis Melgarejo Vivanco en las comunidades de Remojadas, Los Cerros, Dicha Tuerta, Los Guajitos, Loma de los Carmona, Apachital y Nopiloa, en la región de La Mixtequilla y su colindancia con el municipio de Tierra Blanca.

Sus copias, tan exactas, lo llevaron a la cárcel

Cuando en su administración el gobernador Agustín Acosta Lagunes decidió construir un nuevo Museo de Antropología en Xalapa para albergar especímenes de las culturas del Golfo, Brígido Lara asesoró en esta obra desde su cubículo en el Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana.

Envidia e ignorancia hizo que algunos perversos de esa época lo denunciaran ante las autoridades de estar saqueando el patrimonio cultural de los veracruzanos, al vender en el país y en el extranjero estos vestigios arqueológicos, que sólo eran las copias que él hace con un impresionante realismo.

Para recuperar su libertad, tuvo que demostrar dentro de la prisión su inocencia, reproduciendo con habilidad ante los ojos escépticos de las autoridades sus afamadas figuras de barro, las que coció en un horno elaborado con tabiques sueltos para convencer a sus detractores.

Actualmente y para evitar suspicacias de este tipo, toda su producción artística lleva un sello de autenticidad otorgado por el INAH, lo que a su vez le permite eludir a los “piratas” que tratan de imitarle.

Mejor lejos de Pabello y cerca de Televisa

Después de los sismos que sacudieron a la ciudad de México y otras partes del país en 1985, Brígido fue solicitado para restaurar o hacer copias de algunas de las valiosas obras de arte prehispánico que forman parte del Patrimonio Cultural de Televisa, dañadas por el fenómeno telúrico.

Después de varios meses de intenso trabajo, el entonces presidente de la empresa, Emilio Azcárraga Milmo, le dio las gracias, no sin antes ordenar que conductores como Guillermo Ochoa lo presentaran en su programa “Nuestro Mundo” o que reporteros como Saúl Cadena, Guillermo Ortega Ruiz o Pepe Sámano, lo entrevistaran para el noticiario “24 Horas” del maestro Jacobo Zabludovsky.

“Este hecho fortuito que me llevó a Televisa -recuerda el escultor de La Mixtequilla- me liberó del linchamiento verbal que me estaba propinando el editor Rubén Pabello Acosta en su Diario de Xalapa, acusándome falsamente de ‘saqueador’ y ‘cómplice’ de Acosta Lagunes, para sustituir con copias las piezas originales que estaban en el antiguo Museo de Antropología, mismas que el gobernador se había llevado a su casa”.

¡Por todo el mundo!

En la actualidad y desde hace muchos años, Brígido Lara goza de buena fama porque gran parte de su obra luce en varios museos nacionales y extranjeros, así como en colecciones de particulares, como el banquero tuxpeño Roberto Hernández, quien las donó al Patrimonio Cultural Banamex.

También sus reproducciones de conocidas figuras de la cultura maya -como el Chac Mool o la estilizada Kukulkán, la serpiente emplumada que los mexicas adoraban con el nombre de Quetzalcóatl- realizadas a una escala de dos metros lucen majestuosas en los vestíbulos de los modernos hoteles de la Riviera Maya, en el Estado de Quintana Roo.

Esta vasta reproducción de esculturas de la época prehispánica, como las caritas sonrientes totonacas, la complicada Cihuateteo o diosa de las mujeres muertas durante el parto, lo mismo que el fúnebre Mictlantecuhtli, señor del mundo de los muertos, son cocidas preferentemente durante la noche en un singular horno circular desarmable, a base de ladrillos de barro que crece o disminuye de altura y ancho, según sea el tamaño de las figuras de arcilla colocadas en su interior.

Para darles el aspecto de obra antigua, similar a las originales, suele asperjar sus figuras con líquidos especiales al momento de sacarlas del horno, sin que les cause ningún daño, hecho que sorprendió grandemente a un matrimonio de escultores chilenos exiliados que vivían en México cuando lo visitaron en el Museo de Antropología de Xalapa, pues ellos producían cerámica de alta temperatura que no soporta el contacto con el agua, porque se revienta.



¡La clientela!

Por modestia o para no herir susceptibilidades, el maestro Brígido es parco para nombrar a sus selectos clientes, pero revela que gobernadores como Rafael Hernández Ochoa, Agustín Acosta Lagunes o Miguel Alemán Velazco le han hecho pedidos especiales para obsequiar sus afamadas obras a presidentes mexicanos o extranjeros durante visitas oficiales.

En particular, recuerda que una de sus figuras le fue obsequiada por el presidente Adolfo López Mateos al mítico mariscal Josep Broz Tito, héroe de la resistencia yugoslava contra la invasión nazi durante su visita a México en octubre de 1963.

Igualmente, altos dignatarios del clero mexicano le encargaron una figura para obsequiarla al papa Juan Pablo II, como recuerdo de su estancia en el malecón de Veracruz en 1981, durante la presidencia de José López Portillo.

También, con motivo de un congreso internacional para la prevención y el combate de la rabia, le encargaron hacer copias de un vampiro de la cultura prehispánica, considerado por los científicos como el trasmisor de esta enfermedad.

En contacto con la naturaleza

Con un taller diseñado ex profeso por él, un rectángulo con grandes ventanales rematado a ambos extremos por ollas o construcciones semicirculares con techo abovedado integrado, rematado con tragaluz y ventilación, el escultor Lara trabaja a gusto en contacto con la naturaleza.

Su espacioso patio, con exuberante vegetación y hasta una pared de roca natural habilitada como cascada, es el marco donde don Brígido convive con su familia, vecinos y amistades cuando hay ocasión, para degustar platillos de la cocina regional o típicos de otras latitudes.

En este ambiente de tranquilidad, el artista tlalixcoyano se entrega a su creación y olvida las superadas grillas laborales y la falta de apoyo oficial para participar gustoso en eventos como la Cumbre Tajín o la Feria de Xalapa.

En este sitio ubicado en una calle tranquila de la colonia Inmecafé, el escultor suele recibir a grupos juveniles o alumnos de posgrado de la carrera de Antropología, para darles charlas didácticas sobre su actividad de más de 35 años en la docencia dentro del Instituto de Antropología de la UV o en actividades de curaduría, conservación y exhibición del acervo resguardado en el Museo de Antropología de Xalapa.

Al preguntarle sobre su obra favorita, responde que como cualquier padre de familia, quiere por igual a todos sus hijos. Pero le llena de orgullo figurar en el catálogo especializado en internet; en impartir conferencias a nivel profesional y en haber sido divulgado a través de entrevistas en revistas de antropología de México y otros países.

Es un autodidacta que a los ocho años de edad empezó a modelar en barro figurillas zoomorfas en su natal Tlalixcoyan.

Comentarios

  1. muy genial su trabajo y su carrea.. que bien que se mencionen personajes como el.... saludos..

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