Ojo de Gato: Sociedad ausente

guillermo manzano


La semana del 12 al 18 de marzo tuvo tres acontecimientos relevantes: la detención de un ex gobernador, la restructuración de la deuda pública y ‘el hallazgo’ de más fosas ‘clandestinas’. El robo, los asesinatos, ejecuciones, secuestros y feminicidios ya tienen carta de naturalización en Veracruz.
    Cualquiera de los tres mencionados sería tema de discusión social. Incluso de protesta. Pero no. Se dejó en el ámbito de los profesionales (por llamarlos de algún modo) de la política.
    Quizá nuestra preocupación fue terminar la quincena con dinero para el transporte. Quizá fue buscar empleo, evitar nos asaltaran o esperar el regreso de los hijos al hogar.
    Lo cierto es que estuvimos ausentes. Ni las organizaciones no gubernamentales, ni las gremiales, ni cualquier colectivo organizado propiciaron la discusión seria. Sólo en algunas redes sociodigitales se mostraron filias y fobias. Descalificaciones y ofensas. Nada sustantivo.
    Como sociedad estamos ausentes de los problemas. Las palabras han perdido significado. No son denotativas. Las sentimos tan ‘normales’ que no asustan, no preocupan, no duelen. Crimen. Muerte. Dolor. Negligencia. Corrupción. Nada importa. Nada nos conmueve. Cada quien se rasca con sus uñas. Así de fácil.
    Somos espectadores pasivos. Dejamos que otros construyan para no mancharnos las manos. Para no ser estigmatizados. Para no ser corridos del empleo. Para no ser castigados. Para no ser desaparecidos. Preferible rumiar en la soledad y denostar virtualmente a trabajar por nuestro presente.
    Los políticos lo saben. Por eso se mean sobre nosotros. Por eso se ríen de nosotros. Por eso pasan de un partido a otros y se legitiman con el sufragio. La memoria es flaca y sólo importa el aquí y ahora. ¿Cuánto me da por mi voto? Parece ser la marca en nuestra frente.
Foto tomada de internet

    Hay que llorar a nuestros muertos. A nuestros desaparecidos. Una vez que enjuguemos las lagrimas salgamos a exigir justicia. No venganza, como lo hacen los hombres y mujeres de poder. Los idos y los presentes. Sólo justicia. No para que nuestros muertos descansen en paz, sino para que nosotros podamos vivir en paz.
     No es fácil, lo sé. La desconfianza carcomió nuestro tejido social. Es un triunfo de los políticos. Porque ellos sí están unidos. Se protegen, se cobijan, se juntan, acuerdan, negocian, se muerden en público y se acuestan en la misma cama. Nosotros no. Nosotros nos robamos, nos agandayamos, nos chingamos. Somos carne para el crimen organizado. Tanto para el constitucional como para el metaconstitucional. Así nos quieren y así nos mantienen.
    Somos una sociedad ausente pero podemos regresar. Podemos hacer temblar a los políticos, pero primero hay que confiar entre nosotros. No predicar con palabras, sólo hacer nuestra parte. ¿Utópico? Es posible. Pero cuando la sociedad se organiza el gobierno llora. Ejemplos sobran en la historia. No somos peores ni mejores que nuestros ancestros. Somos diferentes: ellos se comprometieron. Nosotros aún no.
    Por eso exijo justicia para Regina Martínez y Guadalupe Mora, asesinadas dentro de su hogar. Para Gerardo Medorio, asesinado para robarle. Para las familias de los desaparecidos. Para que ningún crimen quede impune. Por ellos, por ellas y por nosotros…



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