Ojo de Gato: ¡Poca madre!
Guillermo
Manzano
La represión ordenada por Javier Duarte
en contra de la población civil veracruzana no tiene parangón. Un fin de semana
sangriento. Para no olvidarlo. Para jamás perdonarlo. El badulaque de palacio
de gobierno ríe, celebra, se regodea. ¿Qué esperar de un ínfimo intelecto? No
hay perdón para ‘ese’.
Los
amanuenses hablan de ‘enfrentamiento’. No. Para que haya ‘enfrentamiento’ debe
haber condiciones de igualdad. Lo que vivimos este fin de semana fue represión.
Madrizas de policías estatales y federales. ¿Una mentada de madre equivale a un
toletazo?
El
gordo ha enloquecido. Lo sabemos. El problema es que su locura nos afecta a
quienes vivimos en este estado. Ordenar golpear a civiles sólo es reflejo de
una mente desequilibrada. De un idiota. De un estúpido.
Docentes y periodistas fueron golpeados sólo
por cumplir su trabajo. ¿Por qué? No lo sé. No puedo entrar en el coprointelecto
de tan indigno individuo. Sé, por regla, que no hay que escribir encabronado.
Hoy rompo esta regla porque estoy más que encabronado, indignado, molesto,
emputado. No se vale. No se vale.
Quienes
protestan por las evaluaciones están en su derecho. Quienes acuden a evaluarse
también. Lo que no está en Derecho es utilizar a las policías para agredirlos.
Eso es autoritarismo y rompe cualquier principio democrático de nuestra
sociedad. Por supuesto, a Duarte y a su secretario de seguridad no les importa.
Veracruz
se bañó con sangre inocente. Una mancha más para un gobierno que se caracteriza
por derramarla. Nunca, en la historia moderna de Veracruz, se había tenido un
gobernante de tal calaña.
¿Qué
piensan los priistas añejos?, ¿Qué dicen de su gobernador?, ¿Por qué se quedan
callados? ¿Qué dicen los ‘dirigentes’ magisteriales? ¿Por qué callan? El
silencio es complicidad de la represión. Está bien. Sé que nos les preocupa. El
próximo año habrá elecciones y el dinero mata conciencias. Así ha sido. Pero no
sé si así será.
La
violencia institucional se adueñó de Veracruz. Es difícil contenerla porque
ellos son armados con nuestros impuestos. Nosotros sólo tenemos la palabra. La
sociedad sólo tiene su dignidad. Así no se puede. Estamos en desventaja.
Este
lunes las maestras y los maestros de la prole de Javier podrán comentar los hechos
contra sus colegas. Contra la sociedad. Contra los reporteros y reporteras.
Claro, también podrán tragar mierda y seguir la vida loca.
Nos
queda un camino largo y sinuoso que recorrer. No debemos callar más. Cierto,
hay miedo y desorganización. Normal. Comprensible. Pero en un algún momento
este miedo debe ser vencido para derrotar a quienes nos reprimen
He
visto testimonios de maestras. Fueron golpeadas. Fueron vejadas. No puedo dejar
de pensar en mis compañeras normalistas. En mi madre. En mis compañeras de
trabajo.
He
visto la sangre de reporteros. He leído las denuncias de reporteras por ser
violentadas. No puedo dejar de pensar en ellas. En ellos. Son amigos. Son
compañeros de cerveza y ron. No puedo dejar de pensar porque hacerlo me pone en
la misma condición intelectual de Javier Duarte y su secretario Arturo
Bermúdez…
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