Ojo de Gato Regina: tres años
Guillermo
Manzano
Escribir con libertad no es delito. Censurar,
prohibir y matar para impedir esa libertad sí lo es. En Veracruz lo tenemos
claro. Lo sabemos. Nos atenemos. A 36 meses del asesinato de Regina Martínez
Pérez nos queda claro. Ustedes lo saben, nosotros lo sabemos.
El
28 de abril de 2012 asesinaron a Regina. A la fecha han pasado tres
procuradores. Tres responsables de comunicación social del gobierno. Un
gobernador que no hizo. Que no hace. Que no hará. Los recuerdos fortalecen
nuestra memoria, ¿a usted quién lo recordará positivamente?
En
tres años sólo hemos pedido justicia y que nos digan la verdad. Que los autores
intelectuales paguen con cárcel su crimen. ¿Acaso es mucho pedir?
La
administración de Javier Duarte hizo un vodevil del crimen. Pensó, pensaron que
era tan fácil como echar la tierra bajo la alfombra. Pero la verdad es hija de
la historia, no de los gobiernos y eso apenas lo están entendiendo.
Nosotros,
nosotras seguimos recordando a Regina. Le lloramos y le cantamos. Sabemos que
no está muerta. Sabemos que compartimos una conversación de vez en vez,
aderezada con café y cigarro. Porque nuestras diferencias eran nuestras
convergencias. Así nos respetábamos. Así nos aceptábamos.
En
tres años hemos visto como este gobierno se cae en medio de su pudrición.
Despreciado por ‘su’ presidente. Ninguneado por sus subalternos. Perdido en su
mediocridad. ¿Quién le dijo que el alumno siempre supera al maestro? Celebro
que se haya creído la broma, porque en breve –y espero estar vivo- lo veré
donde debe estar.
En
contraparte, en tres años hemos visto la solidaridad de un gremio ‘normalmente’
dividido. Reporteros y reporteras que han dado la cara en las plazas públicas.
Que han denunciados los crímenes de otros compañeros. Que han soportado el
despido de las empresas en que laboraban. Cuyos dueños son sodomizados por el
poder del dinero.
Tres
años sin Regina. La perdimos cuando alcanzaba la madurez periodística. Cuando
el tiempo, la pausa y el silencio se combinaban en sus trabajos. No sé hasta
donde hubiera llegado. Su escritura mejoraba con cada trabajo. Su visión
periodística estaba en el punto que muchos quisieran tener. Se fue. Nos la
quitaron. ¡Qué paguen por esto!
La
indignación y el dolor que me -que nos- provocaron hace 36 meses no ha pasado.
Pero da fortaleza para seguir, para continuar en este laberinto que parece no
tener salida. No se pierde la esperanza. Tampoco nos la han matado. Por eso
seguimos, porque sólo el que busca encuentra.
A
tres años de tu muerte te sigo pensando. No sé a ciencia cierta por qué, pero
lo sigo haciendo. Es posible que nos haya faltado tomar un último café. Es posible
que nos haya faltado fumar un último cigarro. A lo mejor comentar y reír sobre
los ridículos y pendejadas de este gobierno. No sé. Algo faltó. Espero saberlo
y decírtelo. En verdad, lo espero.
Escribo
con rabia pero no con impotencia. Cada vez que leo a las plumas suripantas
cuestionar ‘los logros de Javier’, entiendo que ahora su patrón está en otro
lado…
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