Ojo de Gato : ¿Quién encubre a los ‘taxistas’?
Guillermo
Manzano
El crimen pasea por Xalapa. Solapado por
quienes dicen cuidarnos. De nada sirve el despliegue de encapuchados por la
ciudad. Unos se cuidan a otros. No es lo mismo, pero es igual.
Hace
unas semanas fue difundido en redes sociales el momento en que un taxista
asalta a su pasajera. A principios de septiembre, una mujer joven relata un par
de encuentros desagradables con taxistas. Su historia es retomada por algunos
medios virtuales. Esta semana, Tatiana Díaz nos narra, en Prensa Vendida, tres
historias de mujeres acosadas por taxistas en el último mes.
El
10 de septiembre pasado un menor fue atropellado por un autobús del servicio
público. La unidad no llevaba placas y el chófer huyó.
En septiembre de 2011, más de una decena de
taxis fueron quemados en diversos puntos de la ciudad. Hubo una versión oficial
y detenidos. Días después, otros tres taxis fueron incendiados.
Agosto
y septiembre pasados fue de denuncias familiares por desaparición de
adolescentes. Todas con el mismo patrón físico. Algunas han sido ‘encontradas’.
Otras no.
Si
Usted observa con detenimiento a los taxis que circulan en Xalapa notará que
algunos traen placas particulares o de sexenios anteriores. En otros casos
simplemente no traen. Los puede ver en la periferia, en las principales
avenidas y en el centro de la ciudad. De día y de noche. ¿Quién encubre a estos
infractores?
Porque
junto a estos vehículos pasan camionetas de Seguridad Pública. Siempre con personal
armado. Encapuchados. Viendo a la gente, pero no ven lo evidente.
Ante
el acoso o el delito no podemos confiar en el ‘número de la unidad’, porque
desconocemos si este corresponde en el listado oficial de concesiones de
transporte público. Si perdemos una placa de nuestro vehículo, tenemos que
reportar de inmediato, porque no sabemos con que fines puede ser utilizada. ¿Por
qué entonces no se investiga a quienes con placas sobrepuestas llevan gente a
distintos puntos de la ciudad? ¿Quiénes son? ¿Quién los protege?
No
es necesario un operativo especial para detener las unidades. Hay flagrancia.
Lo menos que puedo decir es que ‘son taxis piratas’. Lo mucho que puedo decir
es que en esas unidades se pasea el crimen.
La
ciudadanía no puede hacer el trabajo de las autoridades. Pagamos impuestos para
que ellas lo hagan. Tampoco hay que denunciar lo que es visible y notorio.
Porque si camina como pato y hace como pato, seguro es un pato.
La
seguridad de todas y todos que usamos el servicio de taxis está en riesgo.
Cierto, son unos cuantos en comparación de los más de ocho mil que circulan en
el municipio. Pero no hay que tentar a la suerte de que su hija, su esposa o su
madre caigan en manos de uno de estos tipos.
Porque
si abordamos uno de estos ‘taxis’, de nada servirá avisar a casa o al 066 que
vamos en tal unidad con ‘X’ número, porque es casi seguro que no corresponde a
la realidad.
Pero
me llama la atención que los trabajadores del volante, los que con su esfuerzo
llevan el alimento al hogar no hayan dicho nada. Menos sus líderes. ¿Temor?
¿Amenazas?
Son muchas
preguntas en esta columna, porque son más las dudas y la incertidumbre que
tenemos al vivir aquí, en donde ‘no pasa nada’.
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