Ojo de Gato: Regina


Guillermo Manzano

Han pasado 29 meses del asesinato de Regina Martínez. No hay un detenido. No hay claridad en las investigaciones. Vamos, no hay voluntad ni ganas de resolver el crimen. No hacen falta discursos. Hace falta respeto del gobernante a la ciudadanía. Pero esto es mucho pedir.
    La numeralia es simple: un gobernador. Tres procuradores. Un asesino sin detener. Un cómplice libre por pendejez ministerial y una jueza premiada como magistrada. Todo a cambio de una vida.
    No puedo asegurar quien mató a Regina. Pero si puedo sostener que tres individuos han pasado por la Procuraduría General de Justicia del Estado y ninguno ha resuelto el crimen.
    Puedo sostener categóricamente que, muchos y muchas que acudieron al velorio y sepelio de Regina, hoy se revuelcan en el copro institucional. En el dinero que el gobierno les da a cambio de olvidar, de no ver, de no cuestionar. Vamos, de callar.
    Esas personas que hablan y escriben maravillas del gobierno estatal, de la tranquilidad, de la valentía y honestidad de Javier,  son como esos abogados que defienden al violador: lo hacen ‘porque es su trabajo’ –eso dicen-, gana el juicio y con el dinero cobrado compran el pastel para celebrar el cumpleaños de la hija. Grotesco, ¿verdad?
memobares/foto

    A Regina la mataron dentro de su hogar. Era la corresponsal de la revista Proceso. Una de las más importante e influyentes del país. Si eso hicieron con ella, ¿que no pueden con ‘Juan Pueblo’? Muchos que pregonaron su amistad hoy guardan silencio. Muchas de esas personas han preferido callar por escasas monedas y convenios publicitarios.
    Otros, los peores, ha denostado su vida y su trabajo. Serviles ante el gobernante en turno escriben sandez y media. Como si alguien creyera en su pluma lacaya.
    Un aspecto que caracteriza al actual gobierno es su intolerancia. Otro, la sangre que ha corrido por tierras veracruzanas. Un gobierno sangriento. Que por omisión o ineficiencia se vuelve cómplice del crimen.
    Esa complicidad llega a quienes trabajan para que nada se sepa. Para que todo se olvide. Hay criminales por acción y otros por omisión. El que mata la vaca y el que la agarra la pata. Ambos son pecadores. Recibir dinero o favores de un gobierno con estas características no vuelve igual a él. Nos hace como ellos. Como ellas. Que desde el púlpito institucional dicen qué y cómo se debe escribir. Se debe ver. Se debe vivir.
    Podemos fingir demencia. Podemos alegar temor. Podemos justificarnos de todo y ante todos, menos ante nuestra conciencia. Menos ante nuestras hijas e hijos. ¿Cómo se les dice a nuestra descendencia que el alimento que comen provienen de dinero manchado?
    Regina cumple 29 meses de asesinada y algunos de nosotros seguimos esperando que la verdad se conozca. No la jurídica, esa que arman y confeccionan acorde al interés del que manda, sino la verdad que corresponde a la realidad. ¿Quién o quienes mandaron a matar a Regina?
Quizá hay que recordar a esas personas que han recibido los sacramentos de la iglesia católica ese fragmento que, al inicio de la eucaristía, repiten como un Acto de Contrición: he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi grande culpa.

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