Ojo de Gato: No es normal


Guillermo Manzano


Xalapa perdió su seguridad. La calma de antaño ya no anida en nuestra ciudad. Se fue y ni cuenta nos dimos. La violencia generalizada es nuestro entorno. Robos, asaltos, asesinatos, secuestros, ‘levantones’ y todo lo que la perversidad humana puede pensar, crear y ejecutar. ‘Es normal’, dijo uno de los cerebros anémicos que cobran del dinero público.
    Para ese grupo reducido que todas las mañanas preguntan a su espejo mágico, ¿cuál es el estado más seguro?, puede ser normal. Porque su verdad se construye con bases de la fantasía y la fe. Porque no es ni puede ser normal vivir en la incertidumbre y el temor. Porque no es normal sentirse inseguro dentro de la propia casa. Porque no es normal que la genta se exilie harta de las extorsiones e indiferencia de las autoridades.
    No es normal que las madres lloren a sus hijos asesinados, a sus hijas violadas, mientras los padres enfrentan el corrupto poder mediático que enloda la memoria de nuestros muertos. No es normal ver en las calles hombres armados y con el rostro cubierto que apuntan con sus fusiles a quienes se cruzan por su camino. No es normal el aire que trae el sonido de sirenas de patrullas o ambulancias que sustituyen el trinar de las aves.

Foto tomada de Facebook

    No es normal el toque de queda autoimpuesto por las familias para proteger a sus jóvenes. No es normal ver cuerpos mutilados tirados en las calles por gente que nadie sabe quienes son aunque todos hablen de ellos. No es normal saber de fortunas hechas de la noche a la mañana y que celebren a esos nuevos ricos como gente de bien y con ‘suerte’. No, eso no es normal para los que habitamos y vivimos en el mundo real.
    Lo normal para quienes estamos fuera de su mundo, aunque suframos sus delirios,  es trabajar honestamente. Es disfrutar nuestros pequeños o grandes logros personales y de familia basados en el esfuerzo cotidiano. Es respetar para que nos respeten. Es convivir con nuestras hijas  e hijos y mirarlos de frente, con la conciencia tranquila. Es saber que nuestros alimentos son producto de la labor realizada con honestidad. Disfrutamos la austeridad de nuestras vidas porque nuestros ancestros así nos enseñaron.
    Lo normal para nosotros es estar en paz dentro del hogar, salir a divertirnos porque nada debemos. No necesitamos quién nos cuide, porque nuestros actos son nuestro mejor vigilante. Es enterrar a quienes abrieron la brecha por donde transitamos y celebrar el nacimiento de quién o quienes nos van a sepultar. Estas son sólo pequeñas muestras de lo que es nuestra normalidad.
    Quizá les cause extrañeza. Quizá desprecio por nuestra forma de vivir. Es posible que lo ignoren. Pero antes que Ustedes se duerman, permítanme escribir el epílogo de este texto breve:
    La mentira no es normal para nosotros, aunque para Ustedes, hombres y mujeres del poder, sea forma y modo de vida…
   



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