Ojo de Gato: El ejemplo de Gandhi


Guillermo Manzano

En 1921 Gandhi marcó la historia al tomar una rueca y confeccionar su vestimenta. Daba el ejemplo para no comprar textiles ingleses. Mostró y demostró que se puede vivir en el presente sin cooperar con el capital.  Recordemos que la India producía el algodón que el Reino Unido maquilaba y que devolvía como ‘ropa de la civilización y el progreso’. Se dice que 40 millones de hogares llegaron a tener su rueca. El resultado lo conocemos. La resistencia civil y pacífica que encabezó Gandhi dio la independencia a su país.
    En México, desde hace años, las gasolinas incrementan su precio mensualmente. Hoy es más cara que en Estados Unidos, pero nuestros salarios son más bajos. En los últimos 14 años los combustibles aumentaron 138.65 por ciento. Los sueldos no.
    Los gobiernos justifican el hecho. Los ciudadanos no vemos los beneficios. Por el contrario, vemos corrupción y una clase política cada vez más rica. Un líder del sindicato petrolero que imita a los jeques árabes. Vemos los regalos que hace a su hijo y sabemos de los viajes de su hija con sus mascotas. Eso es lo que vemos y sabemos.
    Lo contradictorio es que en muchos hogares hay más de un vehículo. Pareciera que no nos importara que aumenten los precios. Por el contrario, justificamos y nos regodeamos por cada auto adquirido. Da caché ante el vecindario.
    ¿Qué pasaría si emuláramos a Gandhi?, ¿si dejáramos de usar los autos, si nos trasladáramos en bicicleta o camináramos? Posiblemente diéramos un golpe fuerte a los ingresos del gobierno federal y a lo mejor ya no tendría mucha razón para incrementar las gasolinas. Quizá buscara otra forma de ‘sangrarnos’, porque ‘los impuestos son necesarios’. Pero no tendrían el dinero que les genera las gasolinas. Ya no sería negocio. Y posiblemente, nosotros tendríamos mejor salud física y mental.

Foto: Margaret Bourke-White. 

    Antes de que se ría por lo aquí escrito, piense cuanto ahorraría si usara para lo estrictamente necesario el automóvil y cuanto si lo dejara de usar. ¿Desde cuando no camina cinco días seguidos de su casa al trabajo y viceversa? ¿Lo ha intentado?
    Recuerda su infancia con una bicicleta, ¿por qué no usarla como medio de transporte?, ¿Le quita moral, estatus, respeto de sus semejantes o el cariño de su familia? Le comento que el costo del mantenimiento anual de una bicicleta es inferior a los 200 pesos. Menos de un peso diario.
    Quizá le de miedo que lo ridiculicen por ir al trabajo en bicicleta. Pero imagine Usted a un hombre de tez morena, con sandalias y vestido con una sencilla túnica blanca en el parlamento inglés. Hablando frente a frente con los honorables miembros de la clase dominante de Inglaterra. Sí, esa imagen puede ser ridícula. Un ‘salvaje’ ante los representantes del progreso industrializado, pero no lo es. Por el contrario, ese hombre vestido a la usanza tradicional de su nación, sintetiza la dignidad y un ideal de muchas y muchos.
    A lo mejor le de pena que le digan sus amistades del extranjero que vive en un pueblo bicicletero similar a muchas ciudades de países industrializados. A lo mejor no.
    Pero lo que a muchos nos apena, es  ver y conocer que en otros lares la gente se organiza de diversas formas para defender su dignidad como seres humanos. Que la violencia no es necesaria si les damos donde les duele: en el dinero.
    La propuesta es simple. El actuar, también…



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