Ojo de Gato: ¿Cómo puedes vivir así?
Guillermo Manzano
Javier,
¿cómo puedes sonreír en medio de tantos hogares enlutados? Es cierto, tú no
asesinaste a nadie. Pero la omisión también mata. Estamos indefensos porque la
policía sólo protege a quienes, en términos de ley, debe combatir. La gente
muere todos los días. Pero aquí muere con violencia. Son sacados de sus
hogares. Son asesinados en las salas de sus casas. Muere por sobredosis de
drogas. Muere por falta de atención médica en los hospitales públicos, por ese
desabasto de medicamentos que se ha vuelto una constante y nadie quiere
remediar. Muere porque los secuestran, los levantan, los mutilan. Muere porque
no hay caminos transitables para que lleguen las ambulancias. Muere de hambre y
desesperación. Pero sobre todo, muere lentamente por el miedo que se aloja en
las entrañas de todas y todos los que no somos tus ‘favoritos’.
Javier, ¿cómo puedes creer tanta adulación
que tú mismo te dices frente al espejo y que luego lees, escuchas y ves en los
medios de comunicación? Es cierto, tú no eres el dueño de la prensa que lo
pública, que lo difunde. Tampoco escribes las alabanzas y loas que en medio del
incienso te brindan todos los días editores y columnistas. No tienes la culpa
que esos empresarios de la ‘información’ hoy sean diputados. Dirás que fue la
voluntad del pueblo. Tienes razón, el pueblo tiene la prensa y el gobierno que
merece.
Javier, ¿cómo pudiste ofrecer una casa a la
familia de Goyo Jiménez que todavía no aparece? Dirás que fue un acto de cortesía
y apoyo para que ya no paguen renta. Ya ves, que andan diciendo que el hombre
era, es, un reportero honesto que vivía, vive, de su salario. Además, fue lo
que tu hiciste con la familia de Ernestina Ascencio, ¿lo recuerdas?, ¿no?, yo
sí. Boletinaron que tu antiguo patrón
te instruyó para que dieras un autobús, una gasolinera y un viaje a la Ciudad
de México. Puedes decirle a cualquiera de tus muchos asistentes que lo busquen
en la hemeroteca. Podrás decir que sólo cumpliste órdenes. Pero tengo una duda
y quiero saber, ¿cuánto vale para ti la vida de un ser humano? ¿Una casa? ¿Un
millón de pesos? ¿Cuánto Javier, cuánto?
Javier, ¿cómo puedes ser tan indiferente
ante el dolor de cientos de familias que han perdido un hijo, una hija? Es
posible que digas que no es indiferencia, sino aplomo de estadista. Pero,
¿puedes ver de frente y a los ojos a las madres y a los padres? ¿Qué les dices?
Supongo que les das el pésame sincero y agradeces que hayan ido a tu oficina
para escuchar tus condolencias. También les pedirás que se tomen la ‘foto del
recuerdo’. Porque es sabido en este mundo que no conoces, que no cualquiera
tiene el alto honor de verte en privado y menos en tu oficina. Por cierto, ¿Ya
encontraste la palabra o término para denominar a las personas cuyos hijos e
hijas son asesinados?
Javier, ¿cómo puedes dormir en paz? Dirás
que tu conciencia está tranquila. Nada debes, nada temes. Pero, ¿necesitas
tanto personal armado para que proteja tu integridad física y la de tu familia?
Si tú nos has dicho que vivimos seguros, que hay paz pública, prosperidad y
desarrollo. Mis vecinos, mis colegas, mis amigos y yo te creemos. Por eso no
traemos guardaespaldas. Porque somos gente de paz y de trabajo. Por eso no
tenemos miedo aunque si somos prudentes.
Javier, ¿Con qué valores éticos y morales
transitas por la vida? Lo sé, es algo privado y un hombre de fe, como tú,
respetas los mandamientos de dios. No robar y no matar son palabra divina.
Además, la intimidad del hombre público es secreto de Estado. Pero insisto, ¿Cómo
puedes Javier, cómo puedes vivir así?
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