Ojo de Gato: Toma de la Prepa Juárez


Guillermo Manzano

Lunes por la tarde. La adrenalina se siente en el ambiente. Docentes, administrativos y manuales hacían corrillos en los pasillos del Colegio Preparatorio de Xalapa. El tema era el mismo: la toma del edificio en protesta por las reformas secundarias a los artículos 3 y 73 Constitucional. Esa que dicen es ‘educativa’.
    La semana anterior se realizaron juntas y paros ‘de brazos caídos’. La mayoría optó por radicalizar la protesta. Con prudencia se esperó un tiempo. Las autoridades de Bachillerato estatal acudieron a dialogar. Nada. Ni resuelven ni convencen. Llegó la hora.
    Para muchos compañeros es su primera experiencia enmarcada en un conflicto magisterial que cruza las fronteras del estado. Otros con más lides sindicales internas. Pocos con el recuerdo de las protestas de 1989, aquellas que ‘tiraron’ a Carlos Jongitud Barrios del cacicazgo en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Claro, después vino Elba Esther Gordillo. Pero esa, dijera la querida Loló Navarro, es otra historia.
Foto: Guillermo Manzano

    Los directivos del plantel elaboran el acta 
correspondiente. Padres, madres y alumnos están presentes. Se Firma. Se procede a sellar las puertas del Colegio. Hay algarabía pese a al futuro nublado. Llueve. No importa. Se hacen los roles de guardias. Se coopera para los insumos: café, agua, vasos, servilletas, galletas, azúcar, papel higiénico, en fin, lo necesario para pasar días y noches en la entrada principal de la escuela.
    Martes por la mañana. Llegan alumnos. Algunos acompañados de sus tutores. Se les explica el porqué del paro de labores. Los directivos arriban al lugar. Piden levantar un acta. Se les dice que no. Que ya que fue levantada en el turno vespertino. Se les sugiere que reporten ante sus superiores. Se van. No todos. 32 maestras y maestros se solidarizan, se quedan. Se organizan. Dicen que ellos cuidarán el plantel por las mañanas. Otros comentan que nos acompañarán por las noches. La marcha nacional es al día siguiente. Se acuerda que unos irán a reforzar el contingente y otros se quedan en el plantel.
    A mediodía se sabe. Enrique Peña promulga las leyes secundarias. En su casa. En Los Pinos. Poco faltó para que lo hiciera desde la intimidad de la cocina. No importa. Él teme, nosotros no. Por eso damos la cara. Por eso soportamos las ofensas. Por eso aceptamos la solidaridad de nuestros alumnos. De nuestras alumnas. De sus familias.
   
Foto: Guillermo Manzano

El ánimo está alto. Los compañeros y compañeras visitan otros centros escolares. Hay respuesta. Hoy habrá más paro de labores. Llegan jóvenes de la escuela. Se manifiestan con pancartas. Las pegan en las paredes de su escuela: ‘que no te engañen, la ley no es la solución para mejorar la educación’. Docente, tu alumno está presente’. ‘Cuidado con Peña, lo burro si se pega’. ‘No arruinen nuestro futuro, tomen una buena decisión’. ‘Hoy por mi maestro, mañana por mí futuro’. ‘Mi voz no es escuchada y mi opinión no la valoran. A mis papás no les alcanza para pagarme una escuela privada’.   Nos reconforta.
    La gente que camina por la calle se detiene. Lee los carteles. Preguntan. Tienen dudas. Normal. Este país tiene décadas de ser culturizados por la televisión. Eso no se puede borrar en un momento. Se les explica, se les enseñan las reformas a las leyes. Sus dudas son aclaradas. Una sonrisa de despedida y el apoyo expresado.
    Seguimos atentos. Los medios de comunicación convencionales hacen su trabajo. Cada uno de acuerdo a su criterio editorial o a su convenio con el gobierno. Fertilizan el campo para justificar la represión. Lo sabemos. El gobierno quiere sangre, nosotros la pondremos.
    Inicia la noche. Automovilistas pasan. Unos nos saludan, otros nos agreden. Señas obscenas. No importa. El gobierno y sus aliados hacen su trabajo. Polarizan y mienten. Cada quién es libre de creer lo que quiera. Nosotros aquí estamos. Aquí estaremos…
   


   



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