A Pie de Calle: Día de las mujeres




Guillermo Manzano



    Hablar de mujeres era práctica cotidiana en la adolescencia. Mujeres y futbol o viceversa. Criado y educado por mujeres siempre ponía un límite a los comentarios. Después, a los años, leí los ensayos sobre la educación de Bertrand Russell, en especial me llamó la atención el relativo a la educación sexual. El filósofo inglés decía que hay que hablar de sexo y sexualidad a niños y niñas por igual. Para un católico practicante y con inquietudes, fue todo un descubrimiento.

    Después escuché hablar del feminismo y conocí feministas. Radicales e impositivas. Adiós. No las vuelvo a ver. Mentira. Seguí de cerca el trabajo de muchas de ellas. Reporteaba las fuentes que nadie quería, las ONG’S eran de esas fuentes furris. No garantizaban ni ‘la de ocho’ ni primera plana, si acaso, se publicaba la nota perdida entre las paginas interiores. De cualquier forma me gustaba (me gusta) aprender ‘del enemigo’.

    Con el tiempo no sólo aprendí de ellas sino comparto su lucha. Sin radicalismo, (por supuesto, pertenezco a la cultura patriarcal) pero sí en búsqueda de esa igualdad entre los géneros que es en el fondo y en esencia, base de cualquier sociedad democrática.

    Previo a la Cumbre de Beijín, en 1995, hubo movilizaciones y mucho ruido mediático por parte de las mujeres organizadas. Normal, se preparaba ‘eso’ una Cumbre y había que aprovechar. Varias de Xalapa fueron a China y regresaron con más bríos pero con horizontes más amplios.

    Se abren otros frentes de lucha (y siguen abriéndose), algunas se reconocen en la diversidad de opiniones, otras no. Se empieza a hablar de ‘equidad de género’, de transversalidad, se impulsan comisiones legislativas sobre el tema. Se habla de feminización de la pobreza, de matriarcados emergentes, de estudios de género, de masculinidades, de lesbianas, gay’s, transexuales y más. Por supuesto, se discute la despenalización del aborto con mucha más fuerza.

Foto: Guillermo Manzano


    Muchas batallas en la línea del tiempo se pueden ver y analizar. Hoy tenemos leyes que protegen a la mujer de la violencia, incluso de la familiar que antes era tema ‘de lo privado’. Se acuñan nuevos términos, se habla de feminicidios y se legisla al respecto.

    Muchos son los logros de décadas de lucha de las mujeres. Desde la sufragistas hasta las que pelean por el derecho a decidir sobre su cuerpo. El camino ha sido largo y aún no se vislumbra el final. Ahora desaparecen nuestras niñas, se las llevan, las violan, las matan y esa lucha apenas empieza y hay que darla. Por ellas, por nosotros.

    No sé si llegue a ver el final del éxito de ellas. Pero espero que mi hija sea una mujer plena en su vida, sin discriminación y con todos los derechos que le corresponden. No sé si mi machismo progresista disminuye con la edad o la misoginia se marchita con el amor profeso de mi pareja, lo único que sé, es que sólo veo el mundo a Pie de Calle…

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