A Pie de Calle: Cotidianas


Guillermo Manzano



    Me dicen que ya no escriba cotidianeidades. Que eso no importa a la gente y que mejor ‘haga un diario personal’. Me dicen que nadie se detiene a leer las angustias de uno, es más, que uno es igual a millones y por eso no es ‘noticia’.

    Me dicen que a nadie le importa las crisis de un padre soltero, ni lo que piense un niño de seis años o, peor aún, las dudas e incertidumbres de una adolescente que no sabe a ciencia cierta qué hacer con su existencia. Que así es la vida. Que eso les pasa a todos y que el mundo no se acaba por nimiedades.

    Me dicen que a lo que les pase a mis perros no es de interés para nadie. Que si se roban a Tota, pues que compre otra. Que si Chato o Janis se enferman, pues que vaya con la perríatra. Que el mundo no se detiene porque unos animales se mueran o se pierdan. No pasa nada.
Chato Y Janis tomando el sol

Foto: Nierika Sabina

    Entonces decidí empezar a escribir ‘lo importante’. Revisé y leí periódicos, puse atención a los noticiarios y de pronto me di cuenta que ellos son los cotidianos.

    Porque lo cotidiano es la muerte, la corrupción y el abuso. Lo cotidiano es ver y saber como nos siguen dando espejitos por nuestro oro. Que mucha gente en este país se muere de hambre. Que más de la  de la mitad de la población en México somos pobres o estamos en extrema pobreza.

    Que los partidos políticos nos quieren seguir robando. Que ahora sí, con las próximas elecciones saldremos del atraso y el rezago ancestral. ¿Cuál rezago de antaño si lo seguimos conjugando en presente? Que la hermana del Presidente es una delincuente electoral. Que vivimos una guerra pero que no es guerra porque los muertos no hablan.

    Que los gobernantes trafican dinero en efectivo y 25 mil estudiantes en Veracruz se quedaron sin becas por falta de recursos. Que corruptos, pedófilos y proxenetas son ahora candidatos al Congreso de la Unión.

    Que la justicia en este país es moneda de cambio. Que nuestra memoria colectiva es corta, frágil y selectiva. Que nadie escucha a los demás pero exige ser escuchado. Que sigue el trueque de niñas a cambio de cerveza o aguardiente. Que nuestras y nuestros jóvenes desaparecen, los secuestran, los matan y nadie dice nada. Que miles de familias se quedan sin sustento por decreto del que Gobierna y nadie se mueve ‘porque uno si tiene trabajo’.

    Que la violencia intrafamiliar es ‘cosa privada’ aunque las consecuencias sean públicas. Que hay generales sin soldados pero hay millones de soldados que claman por alguien que los guíe.

    Entonces me di cuenta que efectivamente mis problemas no le pueden importar a nadie. Que mis dramas no se comparan con ‘el drama nacional’ y que estoy en un lecho de rosas sin que me quemen los pies.

    Pero también pensé que mis problemas son míos. Que si no los resuelvo no puedo hacer nada por los demás. Que me importa más la vida de mi hijo, las crisis de mi hija, la salud de mis perros que lo digan el ‘señor (a) candidato (a)’. Porque al final de cuentas, ellos, los que gobiernan, los políticos profesionales, los que roban y saquean el país no conocen mis problemas y, como soy uno de millones, mis problemas, mis dudas, mis sueños y anhelos son compartidos en silencio o en voz alta.

    Porque a nosotros nos importa nuestra cotidianeidad y no la que nos quieren imponer. Porque cuando la barbarie termine, necesitamos rencontrarnos como humanos, como seres que alguna vez pensamos y no la deformación de individuos que ELLOS están construyendo.

    Veo a Chato y a Janis tomar el sol en la puerta del hogar. Y ahora sé que mi mundo lo veo como siempre ha sido… A Pie de Calle.






Comentarios

Entradas populares