A Pie de Calle: Mono Blanco



Guillermo Manzano



Los golpes con los pies en la tarima marcan el ritmo. Los cuerpos erguidos pero relajados. Los brazos caen a lo largo del cuerpo, la mirada a un punto imaginario. Tac-tac-tác, taca,taca tác, tac,tac, tác taca,taca, tác se marca el tiempo. La audiencia escucha, casi hipnotizada. Parece un ritual primitivo. Alguien empieza a seguir el ritmo con las palmas de las manos, otros lo siguen. De pronto silencio. Dos, tres quizá 10 segundos y se escucha el aplauso. Mono Blanco, el mítico grupo de son jarocho da por terminado el concierto. Se pide ‘la otra’. Se disculpan por no tocarla, pero prometen en breve encabezar el fandango. Y así fue.



Viernes 24 de febrero. Son las 20:30 horas cuando aparecen en escena Gilberto Gutiérrez, líder y único sobreviviente de la formación que dio origen a Mono Blanco hace 35 años. Lo acompañan Iván Fernández, Juan Campechano y Octavio Vega. Los tres primeros oriundos de Santiago Tuxtla, el hijo de Don Andrés Vega, es de Tlacotalpan. La bailadora es Lucero Fernández. Estamos en el Centro Recreativo Xalapeño.


Durante hora y media, Gilberto y compañía hace un repaso por el son tradicional. Recuerdan a Don Arcadio Hidalgo cuando interpretan ‘El Perro’, son original del grupo. ‘El Butaquito, ‘Chuchumbé’ y Matanga’ sólo son parte de los más de 10 sones que interpretaron.


Gilberto habla y orienta sobre el origen de algunos sones. No deja pasar la oportunidad para recordar la ignorancia del candidato presidencial del PRI. Tampoco para criticar al Imperio del Norte y el gusto que tiene por tocar son. ‘Si nosotros hubiésemos sido del primer mundo, el son jarocho sería igual que el rocanrol’. Lo demuestra con la fusión que hace el grupo al interpretar ‘Matanga’, término que hoy es el bisabuelo del ‘agandalle’ contemporáneo. Matanga dijo la changa y la torta escolar cambiaba de dueño.



Después de interpretar ‘El Camotal’, se disculpan por la ausencia de Don Andrés Vega, viejo sonero de 82 años que iba a venir a Xalapa a presentar su último disco: ‘De la mera mata’.


‘Teníamos anunciado a Don Andrés, pero no pudo venir porque tiene tos y mejor dijo que se quedaba en casa, no sea que los fríos de Xalapa lo vayan a empeorar’, dice Gilberto Gutiérrez a la concurrencia. Pero no dejó pasar la oportunidad y promovió la venta del disco: ‘hay jóvenes que mueven mucho los dedos y dicen que tocan. Si realmente quieren escuchar a alguien que sabe tocar son jarocho, yo les recomiendo el disco de Don Andrés. Porque quién se precie de tener una buena colección de sones, debe tener este disco’.


El torito de cacahuate, los tamales rancheros, los pambazos, las tortas de pollo con mole y el agua de jamaica fueron el complemento para una velada de son tradicional.


Mono Blanco cumplió. Como siempre nos quedamos con ganas de escuchar más. Pero también había que dar espacio a noveles soneros que jarana en mano se apostaron atrás de ‘los monos’ para empezar el fandango. La fiesta sigue, porque el Son jarocho sigue sonando fuerte.

La noche da paso a la madrugada. El frío empieza a sentirse. En la calle de Xalapeños Ilustres se escuchan los acordes, el zapateado y las risas de los soneros. Amigas y amigos de años se congregaron para escuchar, tocar y bailar con Mono Blanco. La mirada al cielo obscuro: no hay estrellas visibles. Ni modo. Hay que emprender el regreso para poder seguir en la vida a Pie de Calle…


Fotos: Guillermo Manzano




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