A pie de Calle: Feminicidios
Guillermo
Manzano
Un día llegó el profe de español y soltó la propuesta: quién
adivine el siguiente acertijo está aprobado todo el año. Eran tiempos de
segundo de secundaria, con una Xalapa de neblina y chipi-chipi. Está de más
decir que aceptamos su reto. Solemne
dijo: ¿qué es que en todo está?
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La presentación de la publicación Feminicidios en México: aproximación, tendencias y cambios 1985-2009
reunió a especialistas y aprendices en una de las salas de videoconferencias de
la Biblioteca Universitaria más importante de Xalapa. Personas del Congreso Federal,
de la representación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en nuestro
país y del Instituto Nacional de las Mujeres serían quienes dieran a conocer
los resultados de los trabajos reunidos en la citada publicación. Por su parte,
investigadores de la Universidad Veracruzana y la directora del Instituto
Veracruzano de las Mujeres, harían los comentarios pertinentes sobre lo
expuesto por las visitantes.
Dos fueron las palabras clave durante la presentación:
feminicidio e invisibilizar. La primera no existe en el diccionario de la Real
Academia de la Lengua, la segunda es una ‘verbalización’ del adjetivo
invisible, sin embargo, ambas se escuchaban con fuerza en el recinto. Sobre
todo cuando uno se entera que en sólo 10 estados de la República está
tipificado el delito de feminicidio, es decir, el asesinato de mujeres bajo y
por, diversas circunstancias. Pero todas asociadas con la violencia hacia las
mujeres.
Lo que no se dice se pierde, se vuelve invisible. Es una
máxima de mujeres y varones que impulsan el reconocimiento del delito de matar
mujeres. Gente que dice: no a la violencia entre géneros, pero sobre todo, no a
la violencia con el género históricamente desvalido y aplastado por toda la
carga falocrática real y simbólica que priva en nuestras sociedades.
La construcción de nuestra sociedad para el presente siglo
tiene que ser bajo premisas de igualdad, respeto y aceptación de nuestras
diversidades. El Estado se caracteriza por una violencia estructural. Cierto,
quizá por eso reproducimos esquemas al desquitar nuestra frustración contra los
más débiles que nosotros: niñas, niños, mujeres, ancianos, subalternos,
etcétera.
Lo obvio por ser obvio lo ignoramos. Error. Porque entonces
damos por hecho ‘que es ‘natural’ que golpee a mi hija o a mi hijo, ‘para
educarlo’, que forcé a ‘mi esposa’ a tener relaciones sexuales sólo porque a mí
se me antoja’ y un sinnúmero de ejemplos que la cotidianeidad nos ofrece a cada
momento. Es decir, la violencia está tan impregnada en nosotros que ‘parece
natural’ que la ejerzamos’ contra quién queramos. Este es el reto: construir
una sociedad sin violencia, sin rollos ni demagogias, con respeto entre iguales
y desiguales. Complejo, sí. Pero no imposible. Hay voces que ya se escuchan,
hay voces que ya nos llaman.
Lo particular: se incrementaron porcentualmente los
feminicidios en Veracruz. Mujeres solteras las principales víctimas. La forma
más recurrente de matarlas es a golpes. El hogar y la vía pública los
principales espaciosa donde se ejerce la violencia contra la mujer. Demasiado
humano para ser verdad.
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Tras dos días de deliberaciones colectivas manteníamos la
esperanza de adivinar el acertijo. La recompensa lo valía. Empezó la clase y
empezamos a soltar estupidez y media para tratar de adivinar: ¿Dios?, está en
Dios pero no es Dios, ¿El aire? Está en el aire pero no es el aire; repetía con
sorna el profesor que veía nuestros esfuerzos para tratar de evitar los
exámenes.
Así transcurrió la primera hora de la sesión y ya estábamos
por rendirnos. Entonces, el más callado del grupo (de cuyo nombre no pude
acordarme) simplemente dijo: el nombre. ¡Esa era la respuesta! Tan simple que
nos molestamos porque servimosn’de botana’ al profe
Con los años comprendí la magnitud del acertijo. En nuestra
sociedad lo que no se nombra no existe. Por eso ahora sé que debo nombrar las
cosas tal cual son. Por eso ahora sé que existe el feminicidio y que así debe
denominarse al asesinato de mujeres en mi país, aunque esto sólo sea una
opinión… A Pie de Calle.
Foto: Guillermo Manzano
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