A Pie de Calle: Fandango
Guillermo Manzano
La
voz se escucha fuerte, los primeros versos del son llenan el recinto. Son Los
Vega, músicos tradicionales de son jarocho. Quinta generación familiar que
preserva y difunde la música del sotavento veracruzano. Es viernes por la noche
y ya el olor de tamales llega hasta la concurrencia. Empieza el concierto. Los
Pájaros del Alba también están en el cartel. Al final: el fandango. Espacio y
momento para que todos disfrutemos el baile, el canto y la música.
La
Morena, La Guacamaya, el Toro Abajeño, sólo son parte del muestrario que Los
Vega brindan a los asistentes quienes participan del concierto. Unos aplauden,
otros cantan y los que no se aguantan las ganas de moverse se lanzan al tablado
a zapatear solos, en pareja o con Rosario, bailadora del grupo.
Los
Vega son oriundos de la comunidad Boca de San Miguel, perteneciente a
Tlacotalpan. Fredi Naranjo Vega, voz y jarana del grupo, dice que llevan 18
años tocando. Aprendieron de ver y escuchar a sus mayores. Son quinta
generación de músicos de la familia Vega ‘y ya viene la sexta generación’,
intercede Rosario, esposa de Fredi.
Todo empezó
hace ya varias décadas, con don Andrés Vega, patriarca de la familia. Ahí inició
la historia que ellos, Los Vega, hermanos y primos, tratan de bordar sin
olvidar su pasado y el respeto por los ancestros.
Los toritos, tamales y cervezas son
insuficientes para la concurrencia. Una ‘comunidad’ de jaraneros que cada día
crece más. Por el recinto, hombres y mujeres de diversas edades caminan con sus
instrumentos al hombro, en la espalda, escuchando y esperando que los grupos
concluyan para dar paso al fandango.
Tere Osorio
de Culturama, es la responsable de esta fiesta. Tiene años en la promoción del
son jarocho. Dice que su espacio es la ‘Casa del Son’. Vende discos, jaranas,
requintos, vestidos, zapatos. Promueve cursos y talleres de zapateado y jarana.
Vamos, hace de todo para que el son jarocho siga vigente en las nuevas
generaciones.
Muchos somos los que acudimos a las
convocatorias que Tere lanza en forma periódica. Lo mismo en la Plaza San José,
que en el Centro Recreativo Xalapeño o en la Plaza Xallitic. El lugar es lo de
menos, hay que tocar, cantar y bailar. ¡Si señor!
Los Vega
terminan. La gente pide ‘la otra’. Se les brinda porque falta uno de ‘los
pájaros’. Por fin llega al escenario el grupo de Cosoleacaque: Los Pájaros del
Alba. Todos jóvenes. Checan sonido y como va, se arrancan con la primera y las
que siguen.
Casi tres
horas de concierto hicieron los dos grupos. La gente disfruta. Hay convivencia.
Los une el son. Las ganas de sacar la adrenalina zapateando, tocando o mediante
el canto.
Se anuncia el final. El grupo del Sur de
Veracruz agradece. Se mueven tarimas. Se corren escenarios. Muchos son los que
se juntan: los músicos en un lado. Los más experimentados al frente. Atrás la
tropa. Se ponen de acuerdo y empieza un ritual que puede durar horas y horas y
no hay descanso para nadie. Porque el fandango no cansa, se disfruta. Es
comunión pagana, es goce y vida. Es tradición y presente. Aunque sólo sea una
opinión… A Pie de Calle.
Los Vega
Los Pájaros del Alba
Fandango
Fotos: Guillermo Manzano
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