A Pie de Calle: Aquí no manda nadie
Guillermo Manzano
La banda
tiene nombre de inspiración anarquista o del zapatismo noventero. Aunque
también puede adjudicarse al libro de las memorias de Felipe Calderón. Como sea
tienen más convocatoria que cualquier funcionario o ‘líder de oposición’ para
convocar a la prensa.
Aquí no mando yo, es la
heterodoxia musical que congrega a dos fotógrafos un director de información con
otra tríada de locos que buscan hacer algún viernes del mes un pretexto para
tomarse una chelas y escuchar rock de antaño.
Nueve
meses dura la gestación humana, y ese es el mismo número de meses que Aquí no mando yo tiene como agrupación.
Aurelio en la voz, Alberto y Oscar en las guitarras, Fanny en los teclados,
Xavo en el bajo y Pablo en la batería son los responsables de escuchar las muy
sui generis versiones de Led Zeppelin, Doors, Santana o bien, brincar de Real
de Catorce a Soda Stéreo y culminar con alguna rola del Three Souls in my mind o
de Rockdrigo González.
Pero
el pretexto es colectivo. Y ahí vamos cada vez que anuncian tocada por ‘el feis’
porque sabemos que es la ocasión propicia para encontrase y rencontrase algunas
generaciones de reporteros. Pasado y presente se conjugan en las tocadas.
El
objetivo es divertirse. Se logra. De vez en vez llegan los cuates y se avientan
‘el palomazo’ de rigor. No hay pretensiones. Se juntan a ensayar después de la
chinga reporteril, cada uno propone una rola para integrarla a su cada vez más
amplio repertorio y ya. El viernes a tocar o, como les decimos en buen plan, al
ensayo con público.
Así,
mientras los pubertos y adolescentes sueñan con hacer su banda, estos
treintones y uno que otro veinteañero, se divierten como ‘enanos’ mientras la
concurrencia corea las rolas. Como músicos son buenos reporteros. Sí, pero
realmente eso lo de menos cuando la comunión se logra y las copas se levantan
para brindar por los días de ayer y los que vienen.
Aquí
no manda nadie, ni yo. Eso lo sabemos quienes vemos el mundo a Pie de Calle,
pero sobre todo lo sabemos cuando nos reunimos entre pares y desiguales sólo
por el gusto de estar juntos, sólo por el gusto de tomarse una chela o sólo
para ver a los cuates que pintan canas y calvicie echarse una que otra rola que
nos movían las tripas, cuando los discos eran de vinil y los poníamos en las
consolas Phillips o RCA-Víctor. Con la aguja pasando una y otra vez sobre la
tortilla negra que cocinábamos en el siglo pasado…
Aquí no mando yo
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