¿Movimiento Ciudadano?
Guillermo Manzano
Los mexicanos tenemos la insana costumbre de vivir en el futuro. Siempre nos queremos adelantar a los hechos con el objetivo de ‘ser mejores’ o estar en una ‘posición superior’ a la que vivimos. De esto ya dio cuenta el juglar urbano Chava Flores en su clásico ‘A que le tiras cuando sueñas mexicano’. La política del país no es ajena a esta costumbre. Siempre están ‘los adelantados’ o los ‘futuristas’.
Con las reformas electorales y constitucionales, (desde la década del 70 del siglo pasado), se ha buscado una mayor representación política de la policromía ideológica que cohabita (¿o cohabitaba?) en México. Por fortuna o por desgracia, según la posición del observador y del actor, estas reformas no funcionan. En la práctica son diametralmente opuestas a su espíritu original. Política real, dirían los iniciados.
Este aborto legal (interrupción de la transición democrática, para no herir susceptibilidades) permitió y permite el origen y supervivencia de auténticos engendros y parias del erario. Un ejemplo es Dante Delgado Rannauro, quien desde 1988 se ha obsesionado por pulverizar a la izquierda mexicana, Tanto la electoral como la social.
Recordemos: en las elecciones municipales de Veracruz, en septiembre de 1988, se tenían todas las condiciones para que la alternancia en los poderes locales se diera. Dante Delgado, siendo secretario de gobierno y presidente de la Comisión Estatal Electoral, detuvo el avance que la inercia de la elección presidencial de julio anterior traía con el movimiento cardenista. Por un lado, reformó el Código Electoral en su Artículo 82 que impedía las alianzas políticas. Fórmula ensayada en la elección presidencial que quebró al sistema priista en ese año.
Por otro lado, corrompió a todo sujeto corrompible para evitar las alianzas. El extinto Partido del Frente Cardenistas de Reconstrucción Nacional, fue el ‘caballo negro’ utilizado por Dante.
En 1997, desde el reclusorio de Pacho Viejo (recuérdese que salió de la cárcel porque los delitos prescribieron, no porque hay demostrado su inocencia en el desfalco a las arcas públicas veracruzanas), aprovechó las recientes reformas electorales para fundar la Asociación Política Nacional ‘Convergencia por la Democracia’, su ‘debut exitoso’ fue ganar la alcaldía de Xalapa en alianza con el PRD; cuyos dirigentes locales doblaron la cerviz para apoyar al convergente Rafael Hernández Villalpando. Este personaje se dedicó a minar las bases perredistas con dinero público, al tiempo que fortalecía las arcas de Convergencia para lograr su registro como partido político. La broma de esos años, era que Convergencia por la Democracia era un partido político nacional con presencia municipal.
Dante Delgado y sus incondicionales se dedicaron a fortalecer a su partido recogiendo las rémoras que los otros desechaban: priistas, panistas, perredistas y demás especímenes salidos de las cloacas del poder se integraron a las filas del’ partido naranja’.
Hace unas semanas, Dante hizo un nuevo movimiento de sobrevivencia: pone su membrete al servicio de Andrés López Obrador, ‘por lo que se pueda ofrecer’, cambiando la nomenclatura del partido a ‘Movimiento Ciudadano’. El disparate lingüístico es similar al político, pero eso no le importa a Delgado Rannauro ni al político de Tabasco, cuya obsesión por el poder y megalomanía endosada con discursos de cristianismo propagandístico, no le alcanzará para ganar la elección presidencial el próximo año.
Pero lo que si ganarán, es mantener el registro del membrete y con ello, poder seguir en el erario y vivir a costa de los contribuyentes. Eso es seguro. Delgado y López lo saben. A eso le apuestan, porque del dinero público viven.
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