Ojo de Gato: Tragedia en tres tiempos

Guillermo Manzano


1.- Se llamó Soconias Lucio Hernández Robles y murió el jueves 10 de febrero de 2011. Un desconocido en mi vida y quizá en las de millones de veracruzanos. Su muerte fue noticia porque no fue una muerte cualquiera: lo mató una llanta que ‘salió disparada’ al golpear la camioneta en una alcantarilla en mal estado. Un accidente, dirán muchos. Cierto, un accidente que pudo evitarse.
El hombre caminaba por la banqueta. Normal, cuando se transita por una avenida de alta velocidad. Quizá iba a su casa, quizá sólo salió a ‘estirar las piernas’. Quizá buscaba distraerse o simplemente salió porque no soportaba estar encerrado. Qué más da. Ahora, mientras escribo estas líneas, su cuerpo está tendido en un ataúd. No hay culpables porque fue un accidente. ¿Tuvo la culpa el chófer que conducía el vehículo?, ¿tuvo la culpa la víctima por estar en el lugar exacto en el momento equivocado?, ¿fue la voluntad de dios? De cualquier forma, Soconias Lucio fue noticia y como tal, efímera. Un muerto más en este país regado de sangre. Un muerto más por accidente vial. Un número en un acta de defunción y en las estadísticas oficiales. Sólo un muerto más a la una de la tarde. Vamos, hasta escogió buena hora para morir y con público presente.
2.- Las calles de Xalapa simulan una zona de guerra. No exagero. Las conozco porque camino por ellas, las uso en bicicleta y en auto. Quizá no sean las mismas calles que recorre el Gobernador o la Alcaldesa. Quizá mi ciudad no sea su ciudad. Quizá no tienen tiempo para mirar, observar, darse cuenta cómo carajos está Xalapa. Lo sé, son personas ‘importantes’ que piensan en cosas ‘importantes’ y no en calles destrozadas o alcantarillas abiertas o topes mal hechos o la manga del muerto. Ellos son importantes, nosotros no.
De todos modos la familia de Soconias Lucio pagaba sus impuestos. Los que no somos importantes tenemos esa mala costumbre de pagar y no exigir. Una llanta mató a una persona. Está bien, que vaya el reportero de ‘nota roja’. No pasa nada. El Gobernador está negociando inversiones millonarias. La alcaldesa traerá turismo internacional. ¿Un hombre muerto?, ¿quién? ¡Con ese nombre que bueno que se murió! No merece ni una esquela de nosotros. Menos una explicación a la familia.
Lo sé, ellos son importantes, nosotros no. Los ‘de a pie’ no tenemos derechos, sólo obligaciones. Pero, ¿si el ayuntamiento hubiera dado mantenimiento a la alcantarilla de un puente que se inauguró el año pasado, Soconias no hubiera muerto?, ¿y la conciencia del chófer?, ¿no importa que ‘cargue con un muerto? La ciudad está destrozada porque nos robaron, nos saquearon y se burlaron de nosotros. Cierto, no sólo mi ciudad, sino todo el estado. Eso no me consuela. Creo que a la familia de Soconias Lucio, tampoco. ¿Hasta cuándo seguiremos así?
3.- El Puente Bicentenario de Plaza Cristal en Xalapa, fue inaugurado hace unos meses. Su construcción duró años. Fue cuestionado y, hasta la fecha, siguen las apuestas de cuándo se caerá. Los que saben dicen que está mal construido, que su costó fue exagerado y que no sirve. Los que lo usan siente el vaivén en la cresta de la mole de concreto. La vox populi dice que fue un robo. El Gobernador Javier Duarte, dice que la administración de su antecesor y tutor está limpia de corrupción. El primer responsable, Marcos Tehurel es alcalde de Coatzacoalcos. El que lo inauguró, Guillermo Herrera, sigue en la misma responsabilidad pública. Por supuesto que no aceptarán que está mal construido, que usaron materiales de ínfima calidad y que la muerte de Soconias fue un accidente. Fatal, cierto, pero un accidente. La tragedia es de quién la vive, no de quienes la provocan por acción u omisión. Ni ellos ni la alcaldesa cargarán con esta muerte. Lo sé. No hace falta que lo digan. Ellos son importantes y están limpios de conciencia. Lo sé, porque viven de la mentira y el engaño. Ellos simulan ser importantes. Lo sé, porque su importancia es efímera y el tiempo los ubicará en su justa dimensión. Ellos gozan del poder. Lo sé, porque nosotros dejamos que ellos gocen. ¿Hasta cuándo, hasta cuándo?

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