Ojo de Gato: Aristegui

Guillermo Manzano


El despido de Carmen Aristigui de MVS-Radio provocó la catarsis que muchos necesitaban. Se afirma que la periodista es víctima de la censura gubernamental. Se hace un martirologio de un asunto en el que la aludida poco ha dicho, sólo generalidades que abonan más el morbo y la descalificación del ‘presidente alcohólico’. O mejor, como lo dijera el parlamentario y tribuno excelso, Gerardo Fernández Noroña: el presi teporochito.
Las redes sociales y medios informativos no afines a la presidencia (ojo, no al poder) hacen un festín del despido. Lo menos que se dice es que en México hay censura. ¿Será?, ¿desde cuándo?, lo pregunto porque lo que más se ha dicho en los últimos días son diatribas y rumores en un maniqueísmo ramplón y que poco o nada abona a la discusión sobre libertad y censura, términos y conceptos que habrá que discutirse más ampliamente y en otra entrega.
Sin embargo, hay detalles que me llaman la atención: ¿Carmen Aristegui no sabía de antemano con quién se contrató?, ¿Confirmó la fuente de Noroña que aseguró el alcoholismo de Calderón?, digo, al menos un certificado médico del centro de salud de la colonia Pío López, de Macuspana.
Por qué si ella exige preguntar, ¿no permitió preguntas en su conferencia de prensa?, regresar a los micrófonos de MVS-Radio, sólo porque es ‘clamor popular’, ¿no apesta a asambleísmo pejista? Es decir, ella se sacrifica y deja de lado su dignidad si los patrones que la corrieron le piden una disculpa pública, ya que así se resarce el daño a su profesionalismo y ética. ¿En verdad necesita la disculpa de la familia Vargas para sentirse profesional, con moral y ética?, ¿Ella daría una disculpa a quienes jode y ofende (porque no comparten su opinión) con sus comentarios?
Vamos, la periodista es sólo una voz entre miles que coexisten en el cuadrante. No es la única ni la verdadera, sólo una más. Pero ella y sus seguidores (no sé cuántos ni me interesa saberlo) sobrevaloran su autoestima y se yerguen como la voz que clama en el desierto.
De verdad, en serio, neta, todos esos que mediante iconos se dicen censurados y sin voz han ejercido su libre derecho a expresar lo que sienten y quieren. Alguna vez han espetado al gobernante en turno. Le han dicho, ¿Oiga, dicen que usted es maricón?, mejor dicho, ¿dicen que es puto o machorra?, ¿oiga, a usted le gusta la coca o la mota?, ¿oiga, merecemos una explicación pública y saber si se anda acostando con ‘X’ diputada y le cuenta cosas públicas en privado? ¿En verdad lo han hecho?, ¿en serio se sienten aludidos?
Pero bueno, vuelvo al caso. Es casi seguro que la Familia Vargas no de la disculpa pública que reclama su ex trabajadora, lo que provocará el pretexto para que se grite que en México no hay libertad de expresión, que el pinche gobierno de Felipe Calderón es represor, que estamos gobernados por un vulgar borracho y que es un pelele y más en podré estar de acuerdo en unas cosas y en otras no. Y escucharé y leeré el radicalismo facilón de muchos que utilizan las redes para decir barbaridad y media (me incluyo), por qué a final de cuentas no sé ni me consta a que intereses sirve Carmen. Los de la Familia Vargas los conocemos: a los de ellos y al poder en turno, pero lo de ella…¿Acaso es la última inmaculada del periodismo mundial?

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