Ojo de Gato: Sólo es agüita

Guillermo Manzano


El monumento a la corrupción empieza a hacer agua. Pero no importa si comparamos que el encargado de la cloaca es ahora alcalde de Coatzacoalcos. No importa si ahora tenemos un relevo generacional en el gobierno estatal, por cierto, el nuevo rey era responsable de las finanzas públicas.
¿Qué importa que un puente se joda con las primeras lluvias a dos meses de su inauguración? No importa nada en comparación de la neotecnología utilizada para erigir semejante adefesio. Lo que moleste a vecinos y comerciantes no importa. Los daños que cause a los vehículos que circulen por semejante mole, no importa. Digan lo que digan, no importa, es el costo del desarrollo y la gente se chinga. Por eso hay gobierno y gobernantes (sin el punto com).
El puente (bachentenario, le puso Fernando) es la joya de la corona. No hay motivo para quejarse, por el contrario, tenemos que agradecer ‘la modernidad y estética’ que este gobierno trajo a Xalapa. Una araucaria en una de las entradas a la ciudad, adorno y emblema de la montaña, aunque los malpensados dicen que fue un pretexto para comprar mamotretos al amigo de la familia política. Por supuesto, el puentezote, causa y motivo de este galimatías, se le impuso el nombre del patriarca de la oligarquía abarrotera de la ciudad. Eso debemos valorar y no quejarnos. De acuerdo, salió un poco más caro de lo presupuestado, pero qué importa, para eso pagamos impuestos.
No importa lo que digan o piensen quienes difieren del él. Lo hecho, hecho está y háganle como quieran. Digo, (recordar es volver a vivir) el chacharero ex alcalde y hoy diputado federal hizo un puente en la calle de Rébsamen sin licitar, sin autorización de nadie, sólo por sus pistolas y las de su jefe, ¿ahora se quejan por la chingonería que se hizo? Por eso estamos jodidos. Porque nos la pasamos quejándonos y no valoramos el esfuerzo que la ‘gente bien’ hace por nosotros. A todo le encontramos ‘un pero’, a todo, caramba ¡por eso no progresamos!
Qué importa que haya fraude electoral, cuando de los que debemos preocuparnos es que no haya ‘fraude erectoral’. Por eso le dicen, al igual que a los sacerdotes de pueblo, ‘tío’; por la cantidad de sobrinos regados en su feudo. Que importa que miles de jóvenes trunquen sus estudios al no haber capacidad de la universidad pública, si él pudo –siendo gobernador- estudiar una maestría y un doctorado en ‘la máxima casa de estudios del estado’. ¡Eso es talento, carajo! Valoremos al hombre, aceptémoslo como es, no lo juzguemos, cuando él ha dado su vida por nosotros.
Pese a su sinusitis, tiene que dormir en habitaciones con aire acondicionado; deja a su familia por las noches para viajar por trabajo y, al otro día, hasta con una desconocida amanece. Vaya riesgo que corre, ¿Se imagina si le roban la cartera? Hizo más de mil puentes, ¿por qué juzgarlo por uno? ¿Acaso se cayó? No verdad. Sólo es agüita, ya se sabe que el agua limpia todo. Poncio Pilatos lavó sus culpas y pasó a la posteridad por no haber matado al Mesías (aunque tampoco hizo nada por evitar su muerte), el agua que fluye de una regadera limpia los olores y humores para llegar a casa sin ‘oler a leña de otro hogar’. Entonces, ¿que el agua nos muestre las ineficiencias y corruptelas de un gobierno que fenece pero que amenaza con extenderse?; pues que importa.
Es tanta mi alegría y agradecimiento que reniego de los panfletos musicales que escuché en una juventud lejana pero no perdida. Por ejemplo, un tal Gabino Palomares en su Letanía de los Poderosos decía cosas como: ‘estudiante a tus estudios que los rectores caros me salen (…) la prensa también es mía yo la mantengo la patrocino’ (…) los soldados me defienden porque sus sueldos los pago yo, la paz debe conservarse seguiré siendo lo que ahora soy’ (…)
La revolución es institucional de lo contrario sería es reacción. Ahora lo entiendo. Caigo en cuenta de toda mi ingratitud, de mi falta de aprecio por prohombres que han sacrificado todo. Ya no importa lo del puente, porque sé que en unos días taparán los baches de la corrupción, él no dejará a aquél porque el nuevo él se parece al anterior él. Sólo es agüita, para que me enojo, si sólo es agüita.

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