Los caprichos de la historia (Guillermo Manzano)
Las vueltas de la historia. Así podría llamarse el capítulo 2010 del libro rosa de México. Los panistas, herederos del conservadurismo decimonónico, enemigos del cambio y eternos nostálgicos de la realeza europea, serán los actores protagónicos en el recuento de los daños. Choznos y nietos darán buenas cuentas a sus antecesores: misión cumplida. Recuperamos el poder. Así las cosas en ‘el año del centenario y bicentenario’.
Veamos unos ejemplos. Breves, de lo que registra la historia. José María Morelos y Pavón, mostró y demostró tener una visión clara de Estado. No sólo tuvo principios sino también objetivos. Sus ‘Sentimientos de la nación’ siguen siendo un referente para cualquier estudioso del Estado moderno en América. No le alcanzó la vida. Con sus asegunes –normal en cualquier humano- trazó las primeras líneas del México independiente.
Qué decir de Vicente Guerrero. A quién se le atribuye que antes que nadie, la Patria es primero. En ese ejercicio oxidado de endilgar frases a lo que somos tan afectos los mexicanos, por imitar a los políticos. Pero bueno, el asunto es que Guerrero se la pasó enchinchando a la Corona española y mantuvo la esperanza de la independencia. Después, la burocracia, las intrigas palaciegas y factores externos –del mercado, dijeran los ‘teóricos actuales-, hicieron que España se desligara de sus colonias en América. Era ya demasiado oneroso para los ibéricos mantener su presencia en nuestro continente.
El capricho de la historia: Quién entra triunfante y al frente del ejército independentista en la Ciudad de México, fue Agustín de Iturbide. Hijo de español y criolla, antiguo militar realista y cabeza visible contra Guerrero. Pactó una ‘paz’ y él fue el ganón. Se hizo emperador y gozó, brevemente pero lo hizo, de las mieles de un país independiente que él no quiso ni soñó.
México Siglo XX. ¿Quién fue revolucionario y quién no? Cada uno con sus preferencias. Los hechos: fueron los norteños quienes ganaron la partida de la revuelta armada y movilización social: Venustiano Carranza fue la punta de lanza que concluye con Plutarco Elías Calles. Nos guste o no, los priistas y sus antecesores (PNR-PRM) tuvieron la visión en la construcción del nuevo Estado Mexicano. Pusieron orden e institucionalizaron al país. Sí, también la corrupción y demás lacras que padecemos, pero ellos lo hicieron. Para bien y para mal.
Los herederos del callismo y su visión norteña subieron al púlpito de la política a los caudillos de la revolución. Sin compartir plenamente los ideales del movimiento de 1910-1917, construyeron los andamios que hoy, pese a todo, nos sostienen: Estado laico, educación pública y gratuita, servicios de salud públicos, libertad de credo, libertad de expresión y, el entarimado político electoral que hoy nos apasiona y determina muchas conversaciones en el hogar. ¿Se puede entender la historia del país sin la mención del partidazo? No. Ningún actor o partido político contemporáneo puede negar sus nexos, orígenes y acercamientos con el PRI.
El capricho de la historia: no serán los priistas quienes organicen la fiesta de la Revolución. Esa entelequia que le da nombre a su partido. No. Los organizadores son quienes les quitaron el poder. Los panistas, los contrarios a la Revolución, los que hacen de un credo religioso una política pública, los que creen y sólo creen que primero dios y después el hombre, los que combaten al Estado laico. Serán ellos los que retomen el estandarte guadalupano, pero no para levantar al pueblo, sino para ir a la basílica. No hay duda… la historia es una rueda y gira a su capricho.
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