Toño León: de guerrillero a diputado
Guillermo
Manzano.
«
Muchos compañeros detenidos fueron torturados con ácido en la boca y los ojos.
A otros, amarrados le aventaron los
perros para que los destrozaran. También a las esposas embarazadas de muchos de
ellos, las metían en sacos y las golpeaban con palos hasta matarlas. Incluso,
en algunos casos utilizaron NAPALM, eso es lo que me contaron algunos con los
que me encontré después, otros, simplemente no pudieron hablar. Se volvieron
locos. Enloquecieron por la tortura y por lo que vieron. Ahí andan deambulando
por el país».
Estamos
sentados frente a frente en la mesa de una biblioteca de Xalapa. Ha pasado poco
más de un cuarto de siglo de los sucesos narrados. La memoria se opone al
olvido y al perdón, es un rescate de los años idos, pero también de los
venideros. José Antonio León Mendivil, Toño
León o el Negro, como es conocido en los círculos de
izquierda y de oposición, abren sus recuerdos en el reclamo de justicia. Muchos
cayeron de ambas partes, ahora, uno de los artífices de esta guerra sucia
desatada contra jóvenes del país en los años 70’s, ocupa un escaño en el Senado
de la República. Es Fernando Gutiérrez Barrios, quien se pretende desligar de
los sucesos bajo el argumento simplista de que cumplió órdenes.
Toño
León fue amnistiado en el periodo de José López Portillo, sexenio en el que las
primeras reformas políticas-electorales se plasmaron en la ley. Los partidos
adquirían el status de entidades de interés público y, se garantizaba el
espacio en el Congreso de la Unión a las minorías bajo la figura de los
diputados de representación proporcional, plurinominales, como se les conoce
comúnmente. El Negro, a estas fechas ya había bajado de la Sierra de Sonora
donde participó en la instrucción militar de los reclutas de la Liga Comunista
23 de Septiembre, pero ¿qué motiva a un joven dejar la tranquilidad del hogar y
la escuela para tomar las armas?
«
En 1966 participo en la primera huelga por la autonomía de la universidad de
Sinaloa. En 67 y 68 en las
movilizaciones que se dan prácticamente en todo el país. En 1969, ya con más idea, participo en las Juventudes Comunistas y en
ese año me toca participar en la elaboración del documento que es de
rompimiento de la Juventud con el Partido Comunista de México (PCM), ese
rompimiento se da en diciembre del 69 en el congreso nacional que hubo en
Monterrey, porque se consideró que el PCM no había jugado un papel de
vanguardia en el movimiento del 68 y a los principales dirigentes se los jalan
y no se pronuncian fuertemente a favor de la movilización del 68 porque los
principales líderes estaban involucraban con el movimiento. Esto hizo que
dirigentes del PCM no se metieran, la juventud que si estuvo metida en el 68 y
en otros movimientos a nivel nacional si reclamó y consideró que había sido un error
por parte del partido no haber salido en defensa de los estudiantes y que su
postura había sido entreguista».
Después
– continua - de ese congreso que fue reprimido pese a ser clandestino entre
comillas, fueron detenidos varios
compañeros entre ellos Camilo Valenzuela y el Macho Prieto, que
luego fue rector de la Universidad en Sinaloa, algunos no llegamos a los
lugares y no fuimos detenidos, pero los soltaron para los días de navidad, ya
que finalmente fue un congreso comunista subversivos te hablo del 69, con este
rompimiento nosotros nos empezamos a ligar con compañeros que ya elaboraron
algunas tesis de que ya no había otra salida y que había que responderle al
gobierno como había respondido en el 68, donde hubo cerrazón y militarización en respuestas a las
inconformidades, a los reclamos ciudadanos. Por lo tanto no había otra forma,
si se quería hacer una cosa seria, que era la transformación revolucionaria de
la sociedad, era a partir de esta situación, de las armas. No había de otra, más que la confrontación, la
revolución. Creo que esas fueron las tesis principales que dieron vida, no solo
a la Liga Comunista sino a otros movimientos armados que ya había en el país.
Nosotros empezamos a radicalizar el movimiento en Sinaloa, desde antes, en 1970
cuando hubo una movilización para evitar la imposición de un rector, queríamos
que fuera electo por maestros y estudiantes.
Se
radicalizó la situación y nos matan a dos compañeros de la preparatoria Central que dependía de la universidad, la
mayoría de los dirigentes nos armamos, porque ya éramos perseguidos y empezamos
a prepararnos, -yo no sabía tomar un
arma pero ahí aprendí.
¿Dónde
te entrenas, que entrenamiento es y quien te lo da?
Ahí nadie sabía exactamente usar un arma, pero
había algunos compañeros que sabían el
manejo de las armas.
¿Qué
tipo de armas?
Mira,
era la 38 especial, que era la más usada, la 38 súper y la 22, no teníamos experiencia militar de ningún
tipo, simplemente queríamos evitar que se nos reprimiera. Sobre todo por la
forma salvaje como lo hacían. Ya habían
detenido a algunos compañeros y los habían torturados y no queríamos que nos
torturaran. Hay que defendernos,
andábamos con los campesinos elevando su nivel cultural en relación a la
lucha de clases y sus demandas de aumento, y llegaron otro tipo de lucha por la tierra,
particularmente Rancho California, El Cajito y otros que se van radicalizando,
porque ya eran tomas de tierras donde
iban armados los compañeros y eran apoyadas por nosotros. Ahí fue donde aprendemos más en el manejo de las armas, era tal el
nivel de inconciencia –lo digo ahorita- que recibíamos entrenamiento de gente
ligadas a la delincuencia, era gente maleada, pero según nosotros con el acercamiento tomaban
conciencia.
Nos
enseñan el manejo de los M-1 que empezábamos a conocerlos y ahí conocí los M-2
y los garant, esto ya fue en 1971
Empezamos a organizar manifestaciones armadas, en el 71 los campesinos toman
unas tierras y los cerca el Ejercito y todas las policías del estado. Nosotros
veíamos que iba a ver una masacre, por lo que organizamos una manifestación
armada y decidimos hacer una serie de destrozos en bancos y negociaciones
importantes del centro de Culiacán. No había policías, todos estaban cercando a
los campesinos, el objetivo era distraer las fuerzas que estaban sitiando allá
para que se fueran contra nosotros. De alguna manera surtió efecto, porque
estaban dispuestos a reprimir, a matar a un montón de gente que había invadido
esas tierras. Hablamos de miles, una manifestación protegida por compañeros que
llevaban rifles y pistolas por si se daba una situación había que responder
para que no pasara lo del 68. Esto lo comento porque dio su efecto, la decisión
político militar -que así le llamamos- fue retirar las fuerzas para ir a proteger
la capital y debilitar el cerco militar.
El
Negro habla en voz baja, apenas audible, aunque a veces, muy pocas veces
levanta un poco el volumen, los estudiantes que acuden a la biblioteca voltean
a mirar al hombre de escaso cabello que tiene enfrente una grabadora, llama la
atención. Vestido sencillamente, a sus 54 años más bien parece un maestro
cercano a su jubilación que alguien que, a la edad de ellos, planeaba hacer la
revolución en el país.
«Cuando
llegamos al 72 ya había una situación. Tras
la represión, después del movimiento de chóferes que apoyamos, los dirigentes
de la Federación de Estudiantes decidimos pasarnos a la clandestinidad y
armarnos, hablo del 72, en ese momento adquirimos la madurez, entre comillas,
para emprender otro tipo de acciones. Esto fue en enero febrero, cuando pasamos
a la clandestinidad...»
¿Qué
es pasar a la clandestinidad?
Pues
primero tener grupos que estén dirigiendo todo sin ser visto, ni ubicados para
que los vayan a detener. Ya habíamos tenido otras experiencias, tomas y
confrontaciones muy cruentas contra la gente del PRI, y habían detenido a
muchos compañeros; los habían torturado y a algunos los habían violado. Era una
situación muy canija y nadie se quería dejar detener. Nos armamos. Con
toda esta situación decidimos pasar a ubicarnos a unas casa de seguridad en las
colonias y empezar a hacer –decíamos- una elemental compartición para no ser
detenidos, reuniéndonos en diferente lugares pero viviendo en casas de colonos,
que eran parte de nuestra organización. Se rompe con la familia y la relación
con la gente. Es más, los dirigentes no sabíamos donde vivían cada quien para
que si a alguno lo detenían no fuera a entregar a los demás.
¿Podía
más la convicción que los lazos familiares?
Definitivamente,
pero todo esto –hasta hoy lo puedo reflexionar-
se daba de manera espontánea, no había una mano con una experiencia, un
grupo o alguien que dirigiera. Nosotros estábamos dirigiendo un movimiento social
en Sinaloa. Fue a fines del 72 cuando tenemos de nueva cuenta relación con
otros grupos que habían sido de la juventud comunista, llegan teniendo su
experiencia, a través de la reflexión habían hecho unos operativos de carácter
militar para fortalecerse e ir creando la organización nacional que le diera un
cambio una revolución a este país.
Pero
ya no eran de la Juventud, era un grupo que se llamaban los Procesos,
habían tenido problemas y le habían matado a su líder principal fue Raúl Ramos
Zavala, quine había sido el dirigente de
la Juventud Comunista. Lo matan y surgen otros, ahí estuvo Salas Obregón que
después fue líder nacional de la Liga Comunista 23 de septiembre, ellos
hacen contacto con nosotros porque había un movimiento y alguno de ellos
como Gustavo Hirales (ex colaborador del
gobierno de Carlos Salinas) y su hermano, ellos hacen contacto con nosotros,
por la relación que habíamos tenido en la Juventud Comunista. Llegaron y
dijeron “oye que tienen aquí, pero lo que tienen aquí es un monstruo hay que
darle la visión revolucionaria”. Y empiezan ellos con sus rollos ya
militares: hay que darle otro contexto.
Nosotros
no teníamos experiencia militar, más que el manejo de algunas armas que nos
habían enseñado. Con esta relación entramos a otro nivel de la situación
política. Ya no asistí a un congreso constitutivo de la Liga Comunista 23 de
septiembre en 1973, creo que fue en Guadalajara donde se da la reunión ahí
llegan gente del Movimiento Armado Revolucionario (MAR), del grupo 23 de Septiembre (en recuerdo al
asalto de la guarnición militar de Madera, Chihuahua) y de los Procesos, que
venían de las Juventudes Comunistas.
Esto
da un vuelco en la vida de muchos. Nosotros ya estábamos armados y éramos miel
sobre hojuelas ante los proyectos que traían estos compañeros, porque era un
proyecto nacional, una revolución nacional violenta y armada, porque ya nos
enfrentábamos al gobierno de manera violenta confrontada con estos compañeros.
Con ellos hicimos lo que fue la Liga Comunista 23 de septiembre. Nuestro
representante era un compañero que desapareció Francisco Rivera “el chicano”,
el era el contacto y el que quedó como líder de nosotros a nivel estatal.
Porque el que era dirigente moral y
político era Camilo Valenzuela pero en los primeros días lo detuvieron y ya no
vivió esa otra parte del proceso que fue la Liga comunista.
Fue
en el 73 cuando se dieron las acciones.
Ya estaban las condiciones porque nosotros lo habíamos formado desde hace
tiempo, porque pasamos de un proceso de la lucha social y surge de esas bases
en Sinaloa la Liga Comunista 23 de septiembre. Posteriormente los líderes
deciden que algunos nos vayamos a diferentes lados, porque como éramos muy conocidos era fácil
detectarnos y detenernos. Yo me fui primero a Sonora y de ahí paso a la Sierra
con los grupos que llamábamos focos guerrilleros, ya es otro nivel en la
lucha, allá participamos, cuando se dio
una represión en Sonora a uno de los grupos que se estaban armando, no
los logran acabar, sólo los dispersan. Había otros lugares de encuentro y más arriba
en la Sierra estábamos otros. Ahí me quedó desde finales del 73 hasta el 75.Por
eso la lucha en la ciudad no me tocó tan fuertemente. Sin embargo, me tocó
hacer algunos operativos de recuperación económica, expropiaciones les
llamábamos (asaltos bancarios), pero los preparábamos bien para no que hubiera
enfrentamiento a balazos, la lucha era contra el gobierno, no contra los
civiles.
Yo
bajo en el 75 casi en el 76, ya la Liga prácticamente había desaparecido.
Simplemente me arriesgo, me digo “ya a esto se lo cargó la madre, no hay nada,
ya no tengo nada que hacer acá arriba”, y bajo armado, porque a los líderes de
los grupos militares de la Liga nunca nos detienen, mataron a algunos del más
alto nivel, pero a nosotros nunca nos detuvieron. Escogí el Día del Soldado
porque iban a estar festejando, era difícil subir y bajar de la sierra, había
un acordonamiento encabronado teníamos que pasar casi juntito al
cuartel, pero ese día estaban de festejo y lo pudimos hacer. ¿Qué nos
encontramos? Pues la búsqueda de la gente. Muchos habían sido reprimidos por
las brigadas blancas que comandó
(Fernando) Gutiérrez Barrios, que eran los que tenían toda la
experiencia de persecución, asesorados por
gente de otros países de inteligencia.
¿Cómo
estaba estructurada la Liga?
Era
el buró político-militar, pero eran 4 ó 5, a algunos si les dieron, pero de ahí
hacia abajo, a los líderes militares no tocaron ni uno. Yo era de esos. Por eso
cuando dicen que la Liga desapreció militarmente porque las Brigadas Blancas
les partió la madre, eso no es cierto, es un mito, como todas las cosas. Lo
fuerte, lo que acaba a la 23 de Septiembre es la reflexión, de qué ese no es el
camino. ¿Por qué nosotros decidimos
abandonar eso? Porque no era el camino. No era la opción ni la salida, y empezamos
a buscarnos entre nosotros mismos, para decir que hicimos, si nosotros éramos
líderes de un movimiento social y por meternos en esta aventura, perdimos el
piso y la relación y nos envolvió y nos acabo el militarismo. En esta reflexión
que no fue fácil hacerla, algunos les costó la vida porque se dio la
confrontación muy dura en algunos lados. Entre nosotros fue más ligera la
confrontación, simplemente los que no estábamos de acuerdo con seguir y los que
querían seguirle, pero aún así nos bajamos todos
¿Cuándo
volviste a ver a tu familia?
La
verdad no los vi desde el 70 hasta el diciembre del 75.Porque la experiencia
era que mucha gente la detenían yendo a
visitar a su mamá, cuando estaba enferma, como ya sabían quienes eran nada más
esperaban y los detenían los cumpleaños de mis padres eran los más esperados
para ver cuando llegaba, y había que evitar todos esos días.
Toño,
el jueves pasado se planteó en el Senado la creación de una Comisión de la
Verdad, que investigue los hechos del 2 de octubre de 1968 y las secuelas, de
manera concreta la llamada guerra sucia de los años posteriores, ¿qué piensas
tu de esto?
Creo
que el daño que se hizo al país, aunque pudiéramos decir que es irreversible,
apenas en todo caso se está revirtiendo. Es decir, la intolerancia y acciones
contra grupos de gente desarmada, que fue lo que motivó que mucha gente que
teníamos una vocación pacifista, cristiana, que fuimos a estudiar y no a otra
cosa, que lo hemos hecho como lo hemos demostrado en el transcurso de nuestra
vida que actuamos de buena fe y que fuimos lastimados y se lastimó a nuestro
país, sí deben castigarse a los
responsables. Porque todavía andan ahí como líderes, andan como representantes
populares y no se ha esclarecido que pasó cuál fue su papel, tanto en el 68
como posteriormente. Muchos compañeros
nuestros de los que fueron detenidos fueron torturados, quemados con ácido, lo
mataron lentamente. Mujeres embarazadas metidas en sacos muertas a palos
delante de sus esposos, para que dijera donde estaban los demás hay toda una
historia sucia ahí, y te digo de gente que logró sobrevivir a esto y ha
platicado y ha dicho que pasó con su familia y otros que simplemente no van a
poder hablar porque enloquecieron y salieron mal de la cárcel y ahí andan deambulando
todo eso ¿quién lo hizo?, ¿Quién lo ordenó?
La
vista del Negro se nubla, los labios le tiemblan de coraje, impotencia o,
simplemente dolor por aquellos que se fueron, por los compañeros de los años
juveniles que ya no vieron la derrota del PRI ni el sepelio de Fidel Velázquez.
Hace una pausa para tomar aire y continua: «En la guerra hay reglas para evitar
la tortura, pero aquí se torturó a muchísima gente que ni tenía nada que ver,
pero era confundida, fueron torturadas. Te digo, ahí hay una deuda de todos
estos que organizaron y dirigieron la persecución contra los guerrilleros, una
deuda con la sociedad. Porque no es una cuestión personal Esto en términos
personales ya pasó. Yo fui amnistiado en el periodo de (José) López Portillo,
mi casa era visitada regularmente por la policía por el ejercito y estaba
ligado pero no ubicado, como no era ubicado no tuvo problemas el gobierno para
darme la amnistía y así a varios compañeros. Pero otros que estaban ubicados a
esos no les dieron la amnistía, nunca los amnistiaron pero tampoco los
detuvieron. Ya hacen su actividad pública».
Pero,
la persecución fue atroz, espantosa. Cuando la gente ha platicado como delante
de los demás les echaban ácido en la boca, sobre todo a los que eran reacios y
fuertes y se oponían a delatar a los compañeros les quemaban los ojos y la boca con ácido hasta que se
morían, para que los demás vieran y se decidieran a hablar. Claro que los golpearon y están
quemados todavía, se uso NAPALM en algunos casos para quemarlos. También en
algunos casos eran amarrados y les echaban a los perros para que los
destrozaran a mordidas. Eso ¿quién lo dirigió? Eso no tiene nombre. ¿Esta
situación no la sabía Gutiérrez Barrios? Ahora dicen que cumplían ordenes, pero
antes los militares se podían negar a cumplir ordenes que fueran en contra del
pueblo, ¿por qué lo hicieron?
Toño, todo esto ¿valió la pena?
Mira,
¿qué valía la pena? Las muertes de uno y otro lado son inútiles. Hoy lo creo así. La vida es muy importante.
Creo que es un valor que en la juventud no lo logramos medir ni calcular. Hoy que tenemos la oportunidad de
reflexionarlo de vivir, veo que no valía
mucho arriesgar la vida. Sin embargo, me quedo siempre pensando con el Quijote
cuando se refiere e que por la vida y por la honra bien vale arriesgar la vida,
y creo que valió la pena arriesgarla. Valió la pena el esfuerzo, influyó en los
cambios que se dan posteriormente en abrir espacios a la participación
política, a la tolerancia creo que jugó un papel importante el movimiento guerrillero, el movimiento armado. No era el camino
obviamente, afortunadamente hoy han cambiado las condiciones, lo podemos
reflexionar de manera mas fría, pero quienes hicieron tortura, genocidio creo
que si deben de pagar, la sociedad no debe de olvidar tan fácilmente esto,
porque el genocidio del 68, no es la justificación pero si es la base el coraje
y la indignidad para que una generación se levantara en armas. No lo veo de
otra manera, aparte de las condiciones económicas y sociales. Pero nosotros ya
estábamos luchando por cambiar estas condiciones, y lo hubiéramos logrado mas
tarde que temprano el cambio, pero lo vimos con la necesidad de acelerarlo lo
intentamos. Ahí esta un papel jugado Todos tuvimos que reflexionarlo porque no
solamente cayeron de nuestro lado, sino del otro lado también y sintieron que
era la respuesta de una gente que se decide en un momento determinado ante la
posibilidad de perder la vida de abrir
los espacios, creo que hoy hay mucho mejores condiciones para la
actividad política ya no gobernará el
PRI a nivel nacional, de una manera los objetivos que nos propusimos se
lograron mas espacios a la vida democrática
¿Lo
volverías a hacer?
Quién
sabe. No lo se, tendrían que cambiar todas estas condiciones e irse abajo, pero
por la vida y la honra bien vale arriesgar la vida.
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