Ojo de Gato: Prensa Vendida


Guillermo Manzano


En la historia política de Veracruz no hay registro de un gobierno tan frívolo, vacuo e irresponsable como el actual. Ni un gobernador con tantas limitaciones intelectuales como el que aún padecemos quienes vivimos en el estado. Su persona es motivo de mofa de propios y extraños. Sería divertido si la tragedia no fuera mayúscula. Si las decenas (¿cientos?), de hogares no estuvieran enlutados. Si no se viviera con la angustia, temor de ser agredido, asaltado, asesinado, secuestrado. Pero la broma macabra que vivimos no nos permite divertirnos.
    Pero el dolor es mayor que el temor. Así lo mostraron los cientos de personas que salieron el fin de semana pasado a las calles de diversas ciudades del estado. Así lo gritaron. Porque para muchos ya no hay nada que perder porque ya perdieron todo. Ya no hay nada más que la vida y esa se ofrenda en memoria de las víctimas.
    ¿Cómo vamos a escribir estos tiempos violentos? ¿Con tinta roja? ¿Cómo vamos a denominar a los padres, a las madres que han perdido a sus hijos e hijas? ¿Con quiénes jugarán nuestras niñas muertas, nuestras jóvenes mancilladas? No lo sé. Porque las palabras no suplen la pena. Porque este verbo no es divino ni nos otorga consuelo. Quizá por eso, no lo sé.
    

Pero lo que sé, lo que algunos sabemos, es que no podemos quedarnos callados. Que no podemos estar impasibles ante el derroche, la corrupción, la mierda que aflora de las oficinas públicas, de los partidos políticos, de las sedes de los poderes que dicen, y sólo dicen, ser bastión y soporte del Estado.
    Del diario nos enteramos de las tropelías cometidas, de los escándalos y denuncias en tribunales internacionales. La desfachatez y cinismo del que hacen gala no tiene parangón. Tuercen la ley para justificar sus robos y se premia al más ladrón, al proxeneta, al amigo, a la amiga.
    La sociedad está abandonada. Por eso nos organizamos como podemos, como entendemos. No creemos, no creo, en esos profetas de café, discurso y despensa. Ni en la falsa filantropía de las fundaciones que encubren desvíos de recursos para apuntalar candidaturas.
    Nos movemos y nos defendemos como podemos. Nos cuidamos, aunque no tengamos dinero para pagar seguridad privada, como dijo el insulso secretario ‘de seguridad pública’.
    Los crímenes no se olvidan. Los crímenes no son estadísticas ni daños colaterales. Los asesinados, las asesinadas tienen nombres y apellidos. Tenían familias. Tenían hijos, padre y madre. Tenían amigos que los recordamos. Por ellos, por ellas levantamos la voz. No importa que nos adviertan que ‘mejor no nos metamos en esto’. No importa. Porque el silencio también es cómplice. Y con asesinos y ladrones yo, no me llevo…
    Hoy retomo la escritura cotidiana. Me embarco en un proyecto personal y modesto. Sin mayores pretensiones que poder escribir lo que siento, lo que pienso, lo que quiero. El nombre lo retomo de la vieja y vigente consigna: prensa vendida. Para que no se me olvide que hay que terminar con esos usos y costumbres.


prensavendida.com

   





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