Ojo de Gato: El político adultecente
Guillermo Manzano
La adolescencia es una
etapa en que los individuos buscan su identidad. Por tanto, imitan lo que ven.
Se someten a rituales para ser aceptados. Fingen ser mayores. Son ‘amos del
mundo’. Su oralidad se basa en fantasías de lo que dicen ser, pero no son.
Antes eran niños grandes o adultos pequeños. Lo cierto es que adolecen de
mucho, pero la vida les dará eso que les falta. Por supuesto, no a todos. Unos
se quedan en esa eterna mitomanía. En esa búsqueda incesante de su
personalidad.
La vida es múltiple y variada. En ella encontramos a esos adolecentes
‘mayores’ (por aquello de la edad) o lo que algunos llaman adultecentes.
Un ejemplo de lo anterior es quien ocupa el despacho principal de
Palacio de Gobierno en Veracruz. Quien tras ser exhibido y regañado por ‘sus
mayores’, vuelve a las ocurrencias. El adultecente
quiere imitar lo que ve. Lo que le parece novedoso. Lo que quiere ser, pero difícilmente
será.
Por eso quiere su ‘Pacto por Veracruz’. En el que se suscriba el
respeto a la legalidad. La civilidad. Vamos, lo que dice nuestra Constitución
local pero que ni él ni sus cómplices cumplen.
El ‘joven político’ finge demencia. Dice ver “con buenos ojos
(sic) el llamado del PRD para signar el pacto”. Por supuesto, ‘su PRD’. El que
compró, manipula y tiene a su disposición. Ese de su ex empleado Sergio
Rodríguez. El del inescrupuloso Rogelio Franco. El que tiene a su servicio. Su
onanismo lo patentiza: “Establecer una agenda de puntos que interesen a toda la
entidad veracruzana, temas que tienen que ver con el desarrollo económico,
social y, sobre todo en este momento que es el más álgido: las elecciones.
Tenemos instituciones fuertes, sólidas, que hemos venido construyendo los
veracruzanos, elegir libremente a quienes serán nuestras autoridades”.
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| Foto: Comunicación Social del Gobierno del estado de Veracruz |
Ya se sabe, los adolescentes no miden sus actos. No piensan en
sus consecuencias. Dijera la abuela: son arrebatados. Nada extraño en la
gestión política de nuestro personaje. Públicos y notorios son sus desplantes.
Sus odios y afectos. Sus pasiones antes que sus razones. Por eso tratamos de
entender. Quizá de comprender sus exabruptos. Pero nunca de aceptar.
Sus caprichos se cumplen. Si el presidente recibe a su homólogo
de Estados Unidos, él recibe al embajador de la República de El Salvador. Si en
Los Pinos se firma un ‘pacto’, él lo firma en Casa Veracruz. Si uno hace, él
también. Sólo falta que ahora se asuma musa de Cri-Cri y diga que la leche está
muy fría y así no se la quiere tomar.
Pero como sabemos quienes vivimos en Veracruz de lo que este adultecente es capaz, estoy seguro que
el ‘pacto por Veracruz’ será firmado. No sólo por los partidos (como él dijo en
entrevista) sino por todos aquellos sectores aliados que solapan y celebran la
locura. Pero de algo estoy seguro. Ese ‘pacto’ en nada nos beneficiará a
quienes vivimos aquí…


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